
~Hadas~

Nombre: Louisa Zatara
Avatar: Zendaya Coleman
Enfermedad Psicológica: Bipolaridad
Historia: Louisa nació en una familia pobre de Italia, jamás pudo estudiar ya que su única obligación era participar en las increíbles funciones del circo donde trabajaba su familia. Su madre era la asistente del mago, su padre era el hombre increíblemente fuerte que jamás faltaba en los circos, mientras que ella y su hermano mayor Logan eran los artistas acróbatas.
Desde que tenía memoria su pasión había sido la gimnasia, sobre todo cuando está incluía a su hermano mayor. Eran increíblemente buenos juntos.
Cuando cumplió siete años fue diagnosticada con bipolaridad, cosa que no fue tomada con mucha importancia con las personas del circo, después de todo estaba lleno de fenómenos.
Nadie imaginaría que la hermosa acróbata de quince años quedaría ciega por un líquido de fotografías derramado por accidente sobre su rostro. Lloraba todas las noches al escuchar los gritos de emoción de los espectadores al ver a Logan hacer su acto, mientras que ella no podía estar ahí, podría ser peligroso para ella siendo ciega.
Más tarde descubrió su segunda pasión, cantar. Su voz era realmente hermosa, y para ella era perfecto ya que no necesitaba ver para cantar ni aprenderse las canciones. Comenzó a cantar en las presentaciones del circo, su voz dejaba hipnotizados a todo aquel que la escuchar cantar. Tanta fue la fama de la pequeña Lou que recolectaron en el circo el dinero suficiente para operarla de la vista. Por fin podía ver después de tanto tiempo, a los 18. Continuó su vida como acróbata, más aparte era la estrella principal como cantante.
Aprendió muchas cosas cuando no tenía la posibilidad de ver, pues así podía conocer mejor a las personas por cómo eran, y no por cómo se veían. Aprendió qué hay personas hermosas en su interior, lo que la llevó a pensar que la sinceridad ante todo era lo mejor. Odia juzgar a la gente por cómo se ve o hacer prejuicios y siempre está dispuesta a conocer gente nueva.
Tiene una personalidad muy dulce y amable, aunque de vez en cuando suele ser muy egocéntrica y se atrevida, adora demostrar amor a las personas cercanas a ella, y aunque es algo desconfiada y carece de aprecio por sí misma, es muy positiva y algo ruidosa. Se le conoce como una chica comprensiva, perseverante y apasionada por lo que ama. Una guerrera a su manera.
Todo iba a la perfección en su vida, el circo era muy conocido y ganaban muy bien, su relación con su familia y amigos del circo estaba como nunca. Hasta que la bipolaridad la hizo perder el control y en un arranque en el que trataba de controlarse en media función, su mente quedó destrozada, no podía controlar sus propios pensamientos, quería hacer cosas malas, dañar a la gente que la veía desde debajo de la tarima, estaba a punto de lanzar uno de los látigos que utilizaba hacía un pequeño niño, no le quedó más que lanzarse desde la gran altura en la que se encontraba. Jamás llegó el tan esperado impacto y jamás llegaría.
Especie: Hada
Edad: 19 años
Bando: (Definido por user)
Fecha de entrada a Wishville: (Definida por user)

Nombre: Robin Brooklyn
Avatar: Mia Alves
Enfermedad Psicológica: Hiperactividad y trastornos alimenticios
Historia: Robin siempre vivió rodeada de lujos, una niña consentida que vivió bajo el influjo de sus hermanos mayores. Siempre viendo como sus hermanos derrochaban el dinero que conseguían sus padres y lo gastaban en cosas inútiles y que realmente no necesitaban.
Pero, mientras todos sus hermanos vivían en el constante derroche ella era diferente a ellos, apenas pedía más nada aparte de poder ir al parque cada día, poder pasar tiempo haciendo actividades que la hiciesen estar en constante movimiento, era hiperactiva y era difícil mantenerla parada sin hacer nada por más de cinco minutos seguidos. En el colegio lo llevaba mal por eso, siempre necesitaba estar haciendo algo y parecía muy nerviosa cuando no lo hacía. Sus profesores comenzaron a pensar que la niña era drogada por sus padres con alguna clase de estimulador. Un día, sus profesores hartos de ver a la niña en aquel estado decidieron hablar con el psicólogo del colegio, el cual determinó que la morena padecía de hiperactividad.
Poco a poco, la pequeña Robin se fue convirtiendo en una adolescente, todo fue pasando pacíficamente, hasta sus 14 años. Sus compañeras de clase comenzaron a interesarse más por el maquillaje y su aspecto físico, por aquel tiempo Robin había subido de peso y eso era algo que comenzó a comerle la cabeza día sí y día también. Se veía más gorda frente a su espejo, su imagen era distorsionada por sus ojos cada día más, hasta que un día dijo basta, odiaba verse como se veía pese a que todos le dijeran que estaba perfecta, ella sabía que no era así, su mente le decía que no era así y ella debía encontrar la manera de ponerle fin. Su pensamiento inicial fue internet, se encontraban en la era tecnológica, en la que internet tenía todas las respuestas a sus problemas, ¿por qué no usarlo?
Poco a poco, comenzó a contactar con más gente que pasaba por la misma situación que ella y decidió seguir sus consejos, así fue como poco a poco fue desarrollando sus trastornos alimenticios, unos días no comía nada y lo poco que comía lo vomitaba poco después, sintiéndose culpable por haberlo ingerido y otros días se tomaba grandes cantidades de comida que más tarde vomitaba, sintiéndose como la peor persona del mundo.
A sus 18 años, sus padres, hartos de ver como su hija se iba matando cada día un poco más, viendo como se había convertido de una joven hermosa y llena de posibilidades a una chica que por poco se mantenía en pie por si misma y que aún así se veía fea, tomaron cartas en el asunto y la internaron en un lugar donde la ayudarían a subir de peso. Los días allí encerrada no pasaban para Robin, siempre haciendo lo posible para no tener que probar bocado de lo que le daban. Los médicos tuvieron que tomar las medidas necesarias para darle de comer. Así que, la morena, al ver que no podría hacer nada para evitar que le diesen alimento decidió que el ejercicio sería su salvación. Pasaba las noches sin dormir, haciendo ejercicio y siempre que ningún médico la estaba vigilando se encontraba en la misma situación, nunca paraba de hacer ejercicio y su hiperactividad ayudaba en esos casos, pero, pronto, sus médicos se dieron cuenta de lo que ocurría y ahora vivía en constante vigilancia, se sentía como un conejillo de indias el cual era observado hasta ver cual sería la reacción final a un experimento recién realizado.
A sus 19 años al fin salió de aquel lugar, estaba en el peso adecuado para ella, así lo dijeron los médicos cuando le dieron el alta y pudo salir del lugar tras casi un año encerrada ahí.
Robin decidió en aquellos días posteriores a su salida que quería alejarse de todo, alejarse de lo material y de todo aquello que sus hermanos y padres tanto amaban. Tomó un poco de agua y un bolso con una muda y se fue de casa y de la ciudad, buscando algún lugar donde poder refugiarse.
Todo iba bien, pero pronto recayó en su enfermedad, pero ahora, no había nadie que la parase en aquellos momentos donde vomitar todo lo que tenía en el estómago y más fuese su perdición. Poco a poco, su energía iba menguando, desapareciendo, acabando con su vida en aquel lugar remoto en el que se había exiliado, decidida a jamás volver.
Aquella noche fue la definitiva, Robin cerró sus ojos al tiempo que sacabas las manos de su boca y se caía al suelo, soltando la botella de agua que tenía en su mano, cayó inconsciente y quien sabe, si Wishville no hubiese abierto sus puertas para ella, tal vez hubiese muerto en aquel preciso momento. Ahora todo era diferente, estaba en Wishville e iba a ser feliz.
Especie: Hada
Edad: 19 años
Bando: (Definido por user)
Fecha de entrada a Wishville: (Definida por user)

Nombre: Cassandra
Avatar: Emily DiDonato
Enfermedad Psicológica: Trastorno de Identidad Disociativo (TID)
Historia: Cassandra perteneció a una familia humilde durante toda su infancia; ella solía decir que sus padres eran los mejores del mundo, y que jamás podrían decepcionarla. Esta no estaba sola del todo, tenía a su hermano mayor, Finn. Él lo era todo para ella. Todo.
Juntos eran inseparables, más increíble aún, pues nueve años les diferenciaban; Finn jugaba con su hermana de nueve años a sus dieciocho, lo que no muchos harían. Ambos eran como uña y carne. Hasta que, lamentablemente su hermano fue encerrado en un psiquiátrico al ser detectado de paranoia. Cassandra quedó destrozada ante esto...
Años pasaron, Cassandra tenía dieciséis años. Una noche de fiesta, un chico la llevó a la habitación, éste se encontraba totalmente drogado, lo que le hacía ponerse agresivo. Elioh, el chico, abusó sexualmente de Cassandra al ser mayor, tanto de estatura como de edad. Un gran trauma se formó en la mente de la joven, y cada vez que alguien trataba de tocarla o abrazarla, una segunda personalidad salía de ella; Abby.
Comenzaba a olvidar aquel suceso, pero Abby no dejaba de presentarse.
Oh, la tierna de edad de dieciocho años. Salir al exterior, buscar pronto una carrera que estudiar, responsabilidades más avanzadas. Toda maravilla para alguien que fue sobreprotegida por sus padres tras lo de su hermano y la violación. Quería ser libre.
Una noche fría, con una gran luna como testigo, la historia nuevamente se repitió, aunque más enfermizo. El padre de la joven entró a casi a la medianoche, tomándola por la fuerza, volviendo a quitar la poca inocencia que le quedaba. Cuando la madre les descubrió, echó al hombre de la casa, y otra personalidad surgió de los más profundo de ella; Emma, la tercera personalidad, era agresiva y gruñona. Odiaba todo.
Emma y Abby se llevaban bien, pues tenían una enemiga en común; Cassandra. Emma quería el control del cuerpo para que nadie más llegase a corromperlas, o tocarlas, Abby quería alejarse de todos, Cassandra, por su parte, deseaba ser normal y tener amigos. Ilusa.
En un ataque de ira, Emma salió al exterior, ordenando al cuerpo atacar a la madre, la única que quedaba con ellas y las amaba, pues desde que las personalidades salían seguido, no dejaba que Cassandra tuviera relaciones amistosas de ningún tipo.
Tras haber torturado, golpeado, y matado a la pobre mujer, Cassandra cayó en una profunda depresión, llegando a la última personalidad; Sky.
Dos años encerrada en aquel lugar, donde las personalidades discutían a cada segundo, volviendo loca a la pobre Cassandra. En una noche de esas, todas se pusieron a pelear entre si, corrompiendo la mente de la propietaria por completo. Una grieta en ésta se abrió, dando paso a un nuevo mundo; Wishville.
xPersonalidades:
Cassandra: La personalidad principal. Siempre está sonriente. Es bromista y carismática. Le encanta hacer amigos y divertirse. Siente la fuerte necesidad de ser perfecta y normal.
Abby: Ella es temerosa y muy tímida. No permite que la toquen nunca y es difícil poder ganarte su confianza. Siempre está a la defensiva y suele usar palabras algo briscas para expresarse y comunicarse.
Emma: Es muy agresiva y adora causar problemas. La adrenalina es un sentimiento increíble para ella, siempre lo busca. Aparece cuando Cassandra se siente amenazada y siempre defiende a los suyos. Suele ser algo masculina, tiene pocos modales.
Skyler: Ella es la depresiva de las personalidades, no suele salir mucho a la luz. Es muy tímida y siempre esconde sus sentimientos sin importar que. No suele dormir y cuando lo hace siempre tiene pesadillas. Es muy sensib
Especie: Hada
Edad: 20 años
Bando: (Definido por user)
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Nombre: Brianna Coppola
Avatar: Ashley Greene
Enfermedad Psicológica: Trastorno por Déficit de Atención e hiperactividad (TDAH)
Historia: Brianna, siempre se ha distinguido por ser una niña apasionada a la naturaleza y una investigadora nata, nunca podía estar tranquila, por ello el colegio era un infierno eterno, estar sentada toda la vida sin activarse físicamente le era una tortura.
Al poco tiempo fue llevada a un psiquiatra y tras pruebas neuroendocrinas e imágenes cerebrales, el especialista llegó al diagnóstico del padecimiento. Con medicamentos controlados y educación especial, pudo tener una vida intelectual más normal de la anterior.
Su adolescencia, como la de muchos fue un proceso difícil, era rebelde e incontrolable, aunque ella recibía ayuda extra por parte de los psicólogos debido a su trastorno.
Su comportamiento no se eliminaba por completo, especialmente cuando no tomaba el medicamento; siempre actuaba como si estuviera en la Luna, olvidaba muchas cosas y no prestaba nada de atención en el colegio.
Al estar en la edad adecuada, sus padres la obligaron a estudiar economía, pero no duro un semestre en ello, a lo cual se inspiró para estudiar veterinaria.
Aquella carrera le apasionaba en verdad, pues estaba en contacto con la naturaleza, sin embargo no todo seguiría igual.
En su último año de carrera y en cierta visita guiada por el bosque, Brie, perdió la total atención del grupo... en un momento estaba sola y totalmente desubicada. Se arrinconó en un árbol, comenzaba a faltarle el aire y para aliviar la ansiedad que tenía, rascó la tierra sin sentido alguno hasta que por la “falta” de aire (que solo se trataba de una jugarreta de su cabeza) perdió la conciencia... y así abrió el portal hacia Wishville.
Especie: Hada
Edad: 22 años
Bando: (Definido por user)
Fecha de entrada a Wishville: (Definida por user)

Nombre: Vanellope
Avatar: Elizabeth Wheeland
Enfermedad Psicológica: Trastorno de identidad disociativo (TID)
Historia: ~Primer día de colegio~
La pequeña Vanellope, de apenas 7 años, iba a comenzar el colegio, en una nueva ciudad, sin conocer a nadie y con el miedo a ser rechazada. ¿Qué pensarían de ella sus compañeros al verla? ¿La llamarían rara por no ser cómo ellos? ¿Se reirían de ella y la harían el vacío? Estaba aterrorizada y sus tics físicos habían empeorado. Golpeaba sin darse cuenta el asiento delantero en el autobús, mientras su madre le cantaba en voz baja buscando calmarla.
Los sonidos que emitía sin embargo la niña, eran demasiado altos como para que a veces escuchara lo que su madre le cantaba. La mujer del asiento de delante se levantó irritada, los golpes que la niña proporcionaba al asiento habían terminado por cansar a esta, la cual miraba con cara de pocos amigos a la pequeña de ojos verdes, que aún continuaba dándole de forma involuntaria. En su rostro se podía leer el miedo, mientras que comenzaba a tirar de la manga de la chaqueta de su madre, para llamar su atención, esperando que ella pudiera hacer algo.
Una fuerte discusión entre la mayor y la señora desconocida comenzó en el transporte, que terminó cuando la señora decidió que no iba a tolerar más aquello y se fue del autobús, tan solo una parada antes que tuvieran que bajarse.
Las manos de la niña sudaban, sus tics no habían mejorado y la buena impresión que debía causar no estaba surtiendo efecto, haciendo que se pusiera más nerviosa. Se encontraba en clase, y, a pesar de que trataba de mantenerse callada, su enfermedad se lo impedía, haciendo que alguna lágrima solitaria cayera de vez en cuando, pensando en que nunca sería como los otros niños, nunca sería normal.
La profesora entró por fin en la clase, sorprendiendo a la pequeña Vanellope al darse cuenta de que era la misma señora que se había encontrado en el autobús la que ahora se encontraba delante de ella, e iba a ser su profesora. La pequeña se encogió en la silla, esperando no ser vista, aunque su intento no dio frutos, pues la mujer la llamó, haciendo que tuviera que levantarse y dirigirse al lado de esta para presentarse. Al darse cuenta de quien era, la profesora colocó una cara de pocos amigos, aunque esperó que estuviera a su lado.
—Bueno, ¿Por qué no te presentas a tus compañeros? —Pudo vislumbrar la sonrisa burlona que había aparecido en el rostro de su profesora y tuvo que mirar hacia delante para tratar de calmarse.
—Mi… Mi nombre —tuvo que parar, pues de su boca salió un extraño sonido, nada identificable, causado por su enfermedad. — Mi nombre es Vanellope, tengo 7 años y soy de Michigan… Mi madre y yo nos —La frase de la niña volvió a ser interrumpida por un tic fónico, que la impidió continuar hasta segundos más tarde.— mudamos a Iowa para poder tratarme.
Se quedó completamente callada tras decir aquello y observó a sus compañeros, mientras su pierna volvía a dar aquellas patadas incontrolables. Vanellope siempre había sufrido lo que se conocía como síndrome de Tourette, y su vida había sido tranquila hasta que su padre, harto de una niña imperfecta, trató de asesinarla, a ella y a su madre, por haber heredado tal enfermedad. Ambas tuvieron que huir de su hogar y de su padre, con la esperanza de sobrevivir y de paso, darle una mejor vida, la vida que se merecía.
~Años después~
Inspeccionaba su atuendo una y otra vez en el espejo, sin saber que más hacer para calmarse, se había tomado su medicación y llevaba más en la mochila, para cuando sus tics aparecieran, aunque ahora debía luchar contra otra cosa.
Solo había ocurrido unos años atrás, Vanellope se encontraba en el gimnasio al que solía ir para sus clases de gimnasia cuando un hombre la agarró con fuerza del brazo y comenzó a insultarla, tan solo tenía 9 años y su rostro reflejaba un terror absoluto. Varias personas tuvieron que intervenir y llevar a la pequeña a su casa, aunque, a partir de aquel incidente se la veía diferente. La gente la decía que había estado haciendo ciertas cosas, cosas que ella no recordaba. Lagunas mentales, tiempo donde no ella no era capaz de recordar que había sucedido, era algo que la estaba sucediendo desde aquel día. Su madre, temerosa de que algo peor a lo que ya le sucedía hubiera aparecido, la llevó al psiquiatra, a la espera de que la diagnosticara y curara o por el contrario le dieran la mala noticia de que algo nuevo estaba en lidiando en el cerebro de la chica.
Así fue como descubrieron el paradero de True, la segunda personalidad de Vanellope, la cual había desarrollado tras aquel episodio traumático, en el que su padre, aunque ella no lo supiera, la había encontrado.
Vanellope abrió sus ojos, confundida, mientras observaba en donde se encontraba y se preguntaba como era que había llegado a parar al aula de ciencias si hacía apenas unos segundos se encontraba en un bus, de camino al instituto. Sacó un calmante y sus pastillas para los tics y se tomó ambas de golpe, bebiendo algo de agua con ellas. Miró a su alrededor, estaba completamente sola, por lo que decidió que lo mejor era salir de aquel lugar.
Buscó a una de sus mejores amigas, esperando que ella le contara lo que había sucedido, pues necesitaba llenar ese espacio en blanco que había en su mente, y no sería capaz de hacerlo sola.
Conducía desesperada. Llegaba tarde a las oposiciones, no conseguiría ser policía si aquel trasto viejo no se movía más rápido, aunque sus tics tampoco ayudaban a que su conducción fuera buena. Había decidido no tomarse sus pastillas pues necesitaba encontrarse despierta y que todo su cuerpo cooperase, y no ocurriría si se tomaba las pastillas. Aunque ya daba todo por perdido, pues estaba llegando tarde y no conseguiría atravesar media ciudad hasta llegar a su destino. Terminó por aparcar en un hueco libre, y una vez ahí se cubrió el rostro con las manos, no la podía estar pasando esto a ella, aunque tampoco sabía que ese sería su último pensamiento.
Sin que ella pudiera remediarlo, True tomó el control de su cuerpo y salió del coche, cerrando la puerta de un portazo y tomando su bolso de la parte de atrás del coche. Tras aquella acción, decidió que lo mejor era dirigirse a alguna cafetería cercana para tomar algo, por lo que sacó su teléfono y buscó alguna cerca. Terminó por caminar en dirección a un Starbucks que salía como lugar más cercano a donde estaba. El andar de True era peculiar, pues solo salía en los momentos de estrés o nerviosismo de Vanellope y esto se reflejaba en su forma de andar, parecía huir de algo, aunque en realidad no fuera así. Era desconfiada y ni siquiera la mejor amiga de Vanellope, que llevaba años lidiando con las dos enfermedades de su amiga y que había compartido muchos momentos con True, había conseguido ganarse su confianza.
Entró en la cafetería, dando gracias de que no hubiera mucha gente debido a la hora que era, pidió su café y se sentó en una de las mesas junto a la ventana, de las más alejadas, pero también de las mejor iluminadas de todo el local. Tomó el móvil y lo desbloqueó, comenzando a escribir una nota, desde hacía algunos meses, Vanellope y ella habían conseguido comunicarse de alguna forma u otra, evitando así que tuviera las lagunas de memoria que siempre aparecían cuando Vanellope recuperaba el control del cuerpo.
Solo pasaron unos segundos antes de que alzara la mirada, dirigiéndola al exterior de la cafetería, fue entonces cuando divisó un hombre con pistola, al otro lado de la calle, y parecía estar apuntándola, en ese mismo momento un mensaje de su madre entró en el móvil. “Tu padre está en la ciudad, debemos estar juntas hasta que lo encuentren”
Cuando volvió a alzar su vista, una bala impactó en su pecho, haciendo que contuviera la respiración y cayera de la silla. El padre de Vanellope la había encontrado incluso antes de que ella hubiera tenido tiempo de reaccionar. Así fue como la vida de ambas se esfumaba, de forma lenta y dolorosa, con los gritos de True resonando en el solitario local, tan solo rodeada de camareros, que llamaban desesperados al 911, esperando que aún se pudiera salvar.
xPersonalidades:
Vanellope: Es la personalidad predominante, es amable y dulce, siempre está con una sonrisa en el rostro y no se da por vencida. Su mayor miedo es que su padre vuelva a por ella, como ya lo ha hecho en varias ocasiones. Las lagunas de memoria junto con los tics causados por el síndrome de Tourette hacen que se sienta insegura en muchas ocasiones.
True: Es desconfiada y jamás ha conseguido abrirse a nadie, aparece en los momentos de ansiedad o estrés y puede permanecer ahí incluso por varios días, intenta arreglar todo aquello que está mal. Suele tener respuesta para todo y no le gustan demasiado las bromas aunque normalmente las acepta para no molestar a la persona contraria.
Especie: Hada
Edad: 19 años
Bando: (Definido por user)
Fecha de entrada a Wishville: 27/09/2018

Nombre: Julie Lundgren
Avatar: Lola Flanery
Enfermedad Psicológica: Déficit de atención
Historia: La pequeña juega junto a su hermano mellizo con los cubos de colores que la oficina del neurólogo tiene disponible para los de corta edad. Su madre tiene lágrimas cayendo por sus mejillas y su padre mantiene la cabeza agachada, ambos sufriendo por el resultado del diagnóstico donde declara a Julie con déficit de atención a sus cuatro años, aclarando también el cómo este por alguna razón no había afectado a Ian (ver ficha en Nightmares), el mellizo, y lo mal que podría pasarla ambos si se guían manteniéndose demasiado unidos.
Y es que eso era algo inevitable, tanto Ian como Julie mantenían esa irrompible conexión de hermanos, no había necesidad de hablar con el mundo cuando ellos podían entenderse mutuamente y sin palabras. Ian escapaba de ese trastorno, se demostró que junto a su melliza se encerraba en su propio mundo sin hacerle caso a nada ni a nadie pero siempre en compañía de ella, pero cuando estaba lejos de Julie, interactuaba con sus padres, con cualquiera, se adaptaba mucho más a su alrededor.
Era muy diferente en el caso de la melliza, esta era domada por un ataque de nervios a penas percatarse que estaba siendo alejada de su hermano, y era imposible detenerla hasta que no estuviera nuevamente abrazada a él.
Pasó algo así en su primer día de clases, sus padres a escondidas arreglaron con los directivos para llevarlos a salones distintos por órdenes del médico para el buen desarrollo del cerebro, pero nuevamente Julie era un ataque cuando observó a Ian siendo llevado a otra aula que no era la suya y lejos de ella, pataleó, gritó y lloró hasta que sintió nuevamente las manos de su hermano intentando calmarla.
Los años pasan y no hay cambios en la pequeña, su madre con su pequeña nueva hija en brazos, desistió de la lucha y la dejó ser, ya no había nada que hacer. En otoño su padre los sorprende con un viaje familiar para relajarse y los llevó a una cabaña en los bosques populares de Suecia. En sus últimos días, a los mellizos se le ocurren la fantástica idea de jugar a las escondidas en el bosque.
Era el turno de Ian, por lo que Julie se esconde detrás de un árbol a unos metros de su mellizo, pero su concentración termina en ese instante. Hay una mariposa azul el el tronco que despega vuelo y se desliza entre los árboles, la pequeña totalmente maravillada la sigue. Olvidándose completamente del juego, los minutos pasan y una raíz que sobresalía la hace tropezar y perder a la mariposa, pero es cuando repara del lugar desconocido en donde estaba y ninguna señal de su hermano o el camino de piedra que la llevaría de vuelta a la cabaña. Su cuerpo comienza a temblar y los nervios torturan su cuerpo y mente imposibilitado que escuche el llamado de su mellizo.
Comienza a gritar, fuerte pero no está segura de si se le escucha su voz, cae al suelo de rodillas y no encuentra otro lugar para calmar el lío en su cabeza que no sea pegándose contra el tronco del árbol más cerca. La sangre por los continuos golpes resbala por el puente de su nariz, pero el dolor no es mayor que su garganta desgarrándose por intentar gritar el nombre de su hermano mientras se tira del pelo con fuerza. Pronto comenzó a marearse, sus ojos se tiñen de negro antes de caer al suelo, incapaz de mover su cuerpo que es lentamente tapado por las hojas del otoño.
Especie: Hada
Especialidad: Plantas
Edad: 10 años
Bando: Eli (Reina)
Fecha de entrada a Wishville: 25/06/2002

Nombre: Ifi Dembélé
Avatar: Alisha Wainwright
Enfermedad Psicológica: Ansiedad y Depresión
Historia: Un 10 de Noviembre nacía bajo las estrellas de Yamusukro (Costa de Marfil) una pequeña niña en el seno de una familia con grandes dificultades. Sus primeros años los pasó en casa, estando su hermana mayor y sus dos hermanos estudiando y trabajando para ayudar a mantener a la familia.
Cuando tuvo edad suficiente para poder ayudar en casa, comenzó a hacerlo. Lo que los padres no sabían era que la pequeña Ifi había nacido con un talento natural para la música.
Poco a poco, y ayudado por su hermano mayor (quien la enseñó a leer y escribir), comenzó a mejorar notablemente. Una vez comenzó a trabajar, llevar el mundo de la música adelante fue más duro, pero a la vez motivador, pues con parte del sueldo (aunque tardase meses) pretendía comprarse su primer instrumento. Y así fue: la armónica.
La carrera de música iba despegando junto con la situación familiar, ya que todos los miembros de la familia trabajaban.
Ifi consiguió pagarse clases particulares y, a los diecinueve, consiguió dar el salto y comenzó a ser conocida en la cuidad por su voz y los mensajes de sus canciones. En ellos hablaba de un mundo de paz, de comprensión y en sintonía con la naturaleza. Aquello no solamente era un mensaje, era lo que pretendía conseguir, al menos a pequeña escala.
Todo cambió el día en el que su hermano mayor murió en extrañas circunstancias. Su inspiración, su mayor apoyo acababa de abandonar aquel plano. Desde aquel momento gran parte de sus canciones iban dirigidas a él, canalizaba su pena y dolor en sus letras, pero este también le consumía. Aunque este acontecimiento no hizo que su fama dejase de crecer, se expandió por el país.
Años más tarde, en 2002, estalló la Primera Guerra Civil, donde su otro hermano y su padre se vieron obligados a participar. Consumida por la ansiedad, el dolor y el miedo por perder a alguien más, Ifi ingresó en un grupo de protesta pacífica en contra de la guerra. Así, cantando, componiendo poesía, pintando, bailando... Buscaban la paz. Pero dos años más tarde, 9 de noviembre, cuando el conflicto volvió a su auge tras un período de tregua y habiéndose enterado Ifi de la desaparición de su hermano y la muerte de su padre, se dirigió con algunos miembros del grupo y otros protestantes a la zona de seguridad establecida por las zonas francesas. Deseaba tanto terminar aquello, poder huir con su familia a un lugar aislado, perderse con la naturaleza y vivir en armonía... En medio de las canciones, protestas, carteles y poemas fueron masacrados.
Especie: Hada
Edad: 22 años
Bando: (Definido por user)
Fecha de entrada a Wishville: 09/11/2004

Nombre: Delilah Iver (OCUPADA)
@hcythcrc_wv
Avatar: Lauren de Graaf
Enfermedad Psicológica: Trastorno de Ansiedad Generalizada
Historia: Los recuerdos de la niñez de Lilah siempre estuvieron un tanto borrosos hasta el momento en que una pareja algo mayor la adoptó, cuando tenía aproximadamente ocho años. De vez en cuando tenía destellos de lo que pasó: cuatro paredes de madera alrededor de ella y su espalda pegada a una de estas mientras la que parecía ser la puerta era golpeada repetidas veces. Los gritos en el exterior sonaban distorsionados, pero podía identificar una voz masculina. Sabía que quería salir de ese lugar, pero no estaba segura de cómo hacerlo; miraba arriba, abajo, a un lado y al otro… Y sabía que no tenía escapatoria. Lo que mejor se había impregnado en sus recuerdos era el miedo; eso y el dolor. No estaba segura de qué lo causaba. Podía casi probar el sabor metálico de su sangre cada vez que cerraba los ojos y dejaba que sus pensamientos volaran. Y luego más destellos. Pasillos amplios llenos de mujeres vestidas de negro, noches en vela en las que llegaban a sacar a sus compañeras del cuarto (compañeras que no volvía a ver jamás), frío, más dolor, hambre…
Delilah, aún a una corta edad, había tenido una vida dura. Primero, habían abusado de ella en su propio hogar hasta escapar a matarla. Y luego, para agregarle una fresa al pastel, había ido a parar a un orfanato en el que traficaban niños y los mantenían en condiciones de lo más inhumanas. Sin embargo, su historia había tenido un "desenlace" feliz, puesto que dos personas (Meredith y Richard Iver) decidieron darle una oportunidad y adoptarla.
Los primeros meses en aquel nuevo hogar, se encontró a sí misma completamente muda. No podía pronunciar una palabra, ni siquiera su nombre. Principalmente porque no estaba segura de saber cuál era, o porque en el fondo sí lo hacía pero le recordaba al maltrato que había sufrido los últimos años y prefería hacer como que no existía. Prefería asumir que esa chica no era real, que solo había sido un sueño. Sus padres, al ver la poca disposición que tenía de hacer uso de su nombre real iniciaron un trámite para cambiarlo. Un día simplemente empezaron a llamarla de otra forma.
“Delilah Iver”
Sonaba poderoso. O no. Pero era suficiente para ella.
Pasaron los años. Delilah siempre fue una persona particularmente ansiosa, sus nuevos padres se empeñaron en hacérselo saber todos los días, pero eso no evitaba que se esforzara al máximo por llevar una vida normal, en lo que cabe. Ellos la querían así; aún si no se concentraba bien en la escuela, aún si algunas noches no los dejaba dormir porque tenía miedo de que un monstruo entrara en su cuarto (incluso si se había asegurado de cerrar cada entrada posible)… Ella, con todo y todo, era querida.
Las cosas se complicaron una extrañamente soleada mañana de junio.
Luego de un tiempo, había sido diagnosticada con trastorno de ansiedad generalizado. Vivir con eso en un mundo donde cualquier cosa mala podría pasar es una situación peligrosa y difícil de sobrellevar. La doctora que la atendía entonces, le había recomendado pasar más tiempo rodeada de la naturaleza para poder serenarse. Y así es como la casa se había convertido en un palacio para la misma; plantas, el jardín con un estanque, amplias ventanas que dejaban que la luz la cubriese por completo durante el día, y que le permitían ver el cielo estrellado por las noches… Esos detalles eran eternos. La naturaleza era eterna. De entre todo aquello, lo único que sabía que no podía morir era la luz, la energía que emanaba de esta. Es por eso que desarrolló un encanto particular por ella. Estas pequeñas cosas la mantenían bajo control.
El caso es que aquel día no había ido a clase porque, a pocas semanas de los exámenes finales, había tenido un ataque de pánico. Por eso sus padres, quienes se veían más cansados que nunca con su cabello plateado y sus rostros ligeramente arrugados, le sugirieron que fuera al bosque aledaño a la casa para pasear un rato y calmarse. No es como que ella disfrutara el dejarlos solos; a decir verdad, le daba pavor salir de casa un día y que una tragedia pasara. Sin embargo, su insistencia fue tal que al final terminó accediendo.
Una media hora después, ya encontrándose sentada bajo un frondoso pino, escuchó los disparos y el eco de unos gritos.
Ni siquiera se lo cuestionó dos veces; conocía esas voces, aun si se escuchaban distorsionadas. Delilah se levantó de forma bastante torpe y corrió hacia su casa con una rapidez que ni siquiera ella misma sabía que podía alcanzar. Con un torrente de lágrimas corriendo por sus mejillas, entró por la puerta principal, que había sido claramente forzada. Todo estaba hecho trizas. Los cuadros, las vitrinas, el viejo reproductor de música… Incluso la vajilla de su madre. La que tanto cuidaba. Sin habla y con el corazón hecho trizas desde ya, se acercó a la vieja sala del piano. Su papá siempre le dijo que aquel lugar era el indicado para esconderse si había problemas por el grosor de la puerta. A lo mejor estaban escondidos ahí.
No obstante, la habitación estaba abierta. Y lo que encontró, no fue nada más y nada menos, que los cuerpos inertes de los Iver tomados de la mano hasta el último segundo, con un par de manchas rojas en su ropa y un charco espeso bajo ellos. Sangre. Estaban muertos. Cuando se acercó para comprobarlo, manchándose toda la ropa del líquido carmesí, lo supo. ¡Sus cuerpos aún estaban ligeramente calientes! El color en sus rostros… La diferencia era tan asfixiantemente mínima que de no haberles tomado el pulso, cualquiera pensaría que le estaban jugando una broma.
El aire dejó de entrar por sus pulmones. ¡Lo sabía! ¡No debía dejarlos solos! ¡Cuántas veces les repitió que les podía pasar algo si seguía dejándolos así! Y ahí estaban todos sus temores materializados. Cerró los ojos. Poco a poco, entre sollozos, se fue entregando a la locura que amenazaba con quebrarla por completo. Después de quién sabe cuánto tiempo, todo quedó en el más puro e inquietante silencio. Y luego, a sus espaldas, escuchó una voz distante seguida de un disparo. Ese disparo que tuvo que haberle volado los sesos, fue el que la llevó a Wishville.
Especie: Hada
Dominio: Luz
Edad: 18 años
Bando: Dylan (Rey)
Fecha de entrada a Wishville: 12/07/2018

Nombre: Artemisia Jean Bennett (OCUPADA)
@likepoetryWV
Avatar: Emily Blunt
Enfermedad Psicológica: Trastorno de identidad disociativo y síndrome de Clerambault
Historia: La primavera finalmente había llegado y todo Londres parecía volver a florecer. En una familia humilde, compuesta por un historiador y una joven estudiante de bellas artes llegó quien sería la luz de sus días. Fueron varias horas de sufrimiento hasta que finalmente nació. Sus grandes ojos claros parecían querer comerse el mundo. Debido al amor de su padre por la historia antigua y el de su madre por el arte persa, la pequeña fue nombrada Artemisia, dando honor a la mujer griega que luchó en el bando persa contra las polis griegas en la Segunda guerra médica. Toda la vida en torno a ella era completa alegría, sus padres siempre estaban felices cerca de la pequeña Artemisia, como si ella, de alguna forma u otra, tuviera la capacidad de hacerles sonreír, pero pronto la felicidad que había a su alrededor se desmoronó.
Artemisia apenas tenía tres años cuando sus padres comenzaron a divorciarse, y es que aquella pareja parecía destinada al fracaso desde sus inicios, o al menos eso decía todo el mundo. Fue entonces cuando comenzó una guerra entre ambos padres, pues los dos anhelaban la custodia de la pequeña, que veía como sus padres la agasajaban cada día más y más con baratijas y juguetes sin sentido que ella no deseaba, con tal de que la pequeña deseara vivir con alguno de ellos. Fue a esta corta edad cuando comenzó a tener episodios de pérdida de memoria, además sus padres en algunas ocasiones decían que actuaba de formas diferentes a la que solía actuar, su primera personalidad se estaba manifestando, con el deseo de lidiar y complacer a ambos padres. Estos tenían ideas muy ambiciosas para con la niña, deseaban que llegara a lo más alto, cada uno en el terreno que más amaba. Largas jornadas de clases de historia, además de incesantes visitas a museos, exposiciones y charlas sobre arte definieron los primeros años de vida de la pequeña Artemisia, que aún se veía dividida entre su padre y su madre. Pero, mientras ella se fue inclinando cada vez hacia el terreno artístico, su otra personalidad, Angelique, hizo todo lo posible por agradar a su padre, convirtiéndose en una gran experta de la historia antigua.
Se podía decir que ambos consiguieron la hija perfecta que querían, cada uno en su campo, aunque no siempre todo termina siendo tan bonito que puede resultar en un principio. La custodia finalmente fue para la madre, la cual alegaba que el hombre la había estado maltratando durante toda su relación, aunque aquellos fueran puras falacias, pues todos los allegados a la pareja eran conscientes del daño psicológico que ella había creado en él con las vejaciones recibidas a lo largo de sus años de matrimonio. Con todo esto, la niña con ahora 5 años fue apuntada a numerosas clases por parte de ambos padres, y mientras que cuando estaba con su padre recibía largas clases sobre la historia y todo lo ocurrido a lo largo de esta, con su madre se encontraba recibiendo clases de dibujo, patinaje artístico, canto, baile, y un sinfín más, por las que la pequeña pasaba, pero no duraba mucho. Aunque siempre hubo una excepción, lo que se convertiría en su vía de escape y mucho más tarde en aquello que le trajo más problemas que soluciones en su vida. El patinaje comenzó a convertirse en el centro de su vida, llegando a competencias importantes desde temprana edad, parecía que todo era un cuento de hadas, pero no era así. Pese a la gran liberación que parecía sentir la pequeña cada vez que patinaba, se escondía una profunda presión por parte de su madre, que deseaba que ella triunfase en aquel mundo.
Vivía en completa presión, entre dos padres que solo miraban por su bien, no por el de la niña. Artemisia complacía, todo lo que podía, a su madre, Angelique, mientras tanto, se convirtió en el ojito derecho de su padre. Pero ¿qué pasaba cuando Artemisia era la que estaba con el padre? Él fue el primero en detectar que algo ocurría en ella, cuando tenía 10 años, se percató que había veces que la niña parecía estar completamente obnubilada por el mundo que le presentaba el padre, mientras que otras, simplemente se encerraba en su propio mundo, ignorando todo lo que este quería mostrarle. Pronto se lo comunicó a la madre, dispuesto a solucionar aquello que ocurría, de lo que la pequeña siquiera era consciente. No podía comprender lo que ocurría, ¿Por qué parecía tan decepcionado su padre con ella si simplemente no solía pasar tiempo con él? O eso creía ella… Fue a esa edad cuando se comenzó a presentar la tercera personalidad, Sally, pero ella no entraba en contacto con los padres en ningún momento, se quedaba como una conciencia en la cabeza de Artemisia, fue la primera personalidad que ella pudo notar. Sally se encontraba ahí en los peores momentos, cuando todo parecía salirse de control, llegaba a tranquilizarla. Fue gracias a ella que comenzó a comprender lo que ocurría a su alrededor, y la razón por la que pronto comenzaría una especie de comunicación entre las tres personalidades. Artemisia continuaba creciendo, con sus mismas aficiones, aunque ahora mucho más consciente de lo que ocurría dentro de su cabeza, y aunque sus padres pensaban que estaba loca, trataba de llevar una vida completamente normal.
Debido a sus extraños comportamientos, los padres tomaron la iniciativa de llevarla a un psicólogo, con el objetivo de comprender que le ocurría a su pequeña. Fue así como a la corta edad de 12 años tuvo su primera visita al psicólogo. Al principio no se sentía muy segura de hablar con él, además de que Sally no parecía muy convencida de que aquella persona pudiese ayudarles, por otra parte, Artemisia no deseaba que su vida cambiara, le gustaba tal y como era, y el deshacerse de sus otras personalidades significaría el fin de su vida tal y como la conocía desde que tenía conciencia. Así que, desde un principio trató de parecer lo más normal posible, siempre iban en el mismo horario, así que el psicólogo nunca vio nada extraño en ella, pues todo parecía estar perfectamente calculado para que Angelique no pudiera salir a la luz. Hasta que un día cambió…
~13 de abril, cumpleaños número 13 de Artemisia~
Angelique estaba parada frente al espejo, observando que su atuendo estuviera perfectamente colocado, mientras imitaba el sonido del reloj que se escuchaba de fondo, escuchó entonces la voz del padre de Artemisia, sacándola de su estado de calma para salir de la habitación.
-Ven, pequeña, tengo una sorpresa para ti. -El padre sonrió, parecía estar muy seguro de que la sorpresa le encantaría.
-¿Una sorpresa? ¿Qué es? -bajó las escaleras dando saltos, mientras se imaginaba numerosas sorpresas que le parecían igual de increíbles.
Fue entonces cuando entraron en el coche del padre, y la chica aún parecía completamente absorta en la idea de la sorpresa, sin saber qué podría ser. Sacó entonces de su bolso el pequeño cuaderno que utilizaba para comunicarse con Artemisia, mientras Sally gritaba que aquello no le daba buena espina, que debían salir de ahí.
“Querida Artemisia,
Continúo sin saber por qué no te fascina tu padre, nos va a dar una sorpresa, aún no sé qué podrá ser, y aunque Sally no se fíe demasiado de todo esto, estoy segura de que será algo completamente increíble, y quién sabe, tal vez a ti también te guste. Cuando sepa que es, te lo escribiré para que lo tengas en cuenta.”
Aunque lo que no se esperaba era que la sorpresa no sería tan buena como ella creía. El coche finalmente paró, delante de un edificio, Angelique se sorprendió bastante al darse cuenta de que la madre de Artemisia se encontraba en la puerta de este esperando, cuando ambos bajaron, se dirigieron hacia ella.
-¡Al fin habéis llegado! Llegamos tarde, venga. -ni tan siquiera recibió un saludo por parte de la madre, aunque era algo que en parte no le resultaba tan extraño, a fin de cuentas, siquiera era su hija.
Caminaron en silencio por el interior del edificio hasta llegar frente a una sala, la puerta estaba cerrada y la mujer se acercó para tocar esta, mientras le señalaba a la pequeña los asientos, para que fuera a sentarse. Angelique tan solo los miró de reojo antes de llevar la vista al padre de Artemisia.
-¿Qué es este sitio y qué hacemos aquí? -No recordaba que le hubiera hablado sobre esto antes, y no fue hasta que Sally se dio cuenta, que ya era demasiado tarde.
La puerta se abrió y una mujer vestida de traje salió de esta, la primera impresión de la ojiazul fue sorprenderse, quedándose completamente anonadada ante la mujer que tenía frente a ella, sintiendo su corazón latiendo a mil por hora.
-Hola, Artemisia, cuanto tiempo sin vernos, ¿qué tal si entramos? -la mujer, aún sin identificar, le tendió la mano, entonces, solo pudo llevar su mirada de esta al rostro ajeno, aún sorprendida.
-Y-yo, si, por supuesto… -frunció su ceño, tomando su mano y mirando a los padres de la niña, ¿alguien le explicaría que estaba pasando?
Caminó en silencio junto a la mujer, dejando a los progenitores de la otra personalidad fuera de la sala, para que la psicóloga tuviera mayor intimidad. Con la gracia que caracterizaba a Angelique, se sentó en uno de los cómodos sillones, cruzando sus piernas y mirando a la mujer con una media sonrisa, tratando de mantenerse en calma.
-¿Cómo te ha ido en estos días, Artemisia? ¿Recuerdas lo que te dije el último día que debías traer? -Angelique miraba confundida a la mujer, sin saber que responder, mientras esta se recolocaba en el sillón donde se encontraba, sonriendo, estaba obteniendo los resultados que deseaba.- Dime tu nombre completo, por favor.
-Angelique Clarke. -comentó bajando su mirada, odiaba sentirse de aquella forma, sin poder controlar la situación. La psicóloga amplió su sonrisa, ahí estaba lo que buscaba.
Apuntó en su libreta el nombre de la joven, para subrayar algo y volver a alzar la cabeza. En aquel momento, la rubia tragó saliva, removiéndose en su asiento. “No debiste decir tu nombre” gritaba Sally que parecía querer salir a controlar aquello.
-Cállate, ya es demasiado tarde. -susurró ella, como contestación a la tercera personalidad, sin percatarse de que la psicóloga la había escuchado, y anotaba en el cuaderno nuevamente.
-¿Y cuántos años tienes, Angelique?
-Tengo 15 años, señorita. ¿No se va a presentar usted? Siento que es de muy mala educación que me esté preguntando tantas cosas y tan siquiera conozco su nombre. -Al terminar de decir aquello, le dedicó una dulce sonrisa, mostrando inocencia ante lo dicho.
-Bien, Angelique, ¿no sabes nada de mí ni de este lugar? -Angelique negó en aquel momento.- Soy la psicóloga de Artemisia, sus padres están muy preocupados por ella, porque su comportamiento es muy extraño para una niña de doce años.
-Trece años, hoy es su cumpleaños. ¿Me permite decirle una cosa? No veo en qué sería raro, no sé lo que hace, ni sé cómo es ella, pero cada una somos cada una, y actuamos según somos, ¿qué hay de malo en ello? Él tiene su hija perfecta, y ella también, es lo que importa. -volvió a tomar el control de aquella conversación, por lo que se colocó mucho más estirada, en señal de poder.
-Es una forma de ver las cosas, Angelique, pero tú tienes dos años más que ella, ¿qué pensará Artemisia de lo qué dices? ¿Eres consciente de que sus padres la someten a mucha presión?
-Como todos, siempre quieren que sus sueños frustrados se cumplan en los hijos, aunque no sea posible, lo intentan, y a veces, lo desean tanto que lo consiguen, simplemente se necesita un poco tiempo, paciencia diría yo. Artemisia es muy buena en las artes y el patinaje, he visto su trabajo en varias ocasiones y, ¡oh, dios mío! Ojalá pudiera ser tan buena como ella en eso, pero cada uno nacemos con algo que nos hace únicos.
Se levantó entonces de su lugar, acercándose a la fuente de agua que tenía la mujer, tomando un vaso para beber un poco, se apoyó en la pared, observándola desde su lugar, con una media sonrisa.
-Pareces saber mucho acerca de eso, ¿cuál es tu historia? -Angelique entonces soltó una leve risa, mientras caminaba de vuelta a su lugar, dejando el vaso, aún con agua, sobre la mesa y colocándose.
-Mi historia… -chasqueó su lengua y negó con la cabeza.- No creo que sea algo digno de contar. No conseguirá demasiada información sobre mí, si es eso lo que desea, lo lamento.
-Sin duda pareces una joven muy interesante, ¿quién dice que tu historia no estará a la altura?
-Yo misma lo digo, mire, señorita, si quiere algo más, podemos seguir hablando, del tiempo si lo desea, pero no me pregunte más acerca de mí o de mi vida porque terminará por hacerme sentir mal, y ninguna de las dos queremos eso, ¿verdad?
La consulta continuó su curso, pese a todo, y finalmente la psicóloga pudo determinar lo que ya sospechaba, la múltiple personalidad que sufría la pequeña Artemisia. Desde aquel momento, nada volvió a ser como antes, fue en aquel momento en el que la psicóloga descubrió lo que le ocurría a la dulce niña, que le recetaron sus primeros medicamentos, bajo el pretexto de que las voces y los recuerdos borrosos desaparecerían, pero ¿cómo iba a creer Artemisia que alguien como Sally podría hacerle daño? Sabía que no era esa clase de persona, pues siempre le había ayudado en todo lo que podía. Pese a que la medicación debía ayudarla, cada día parecía que la niña iba empeorando su situación, aunque lo que sus padres no sabían, era el hecho de que una nueva personalidad se había presentado en la chica, su nombre era Galerna, y, al igual que Sally, era como la voz de su conciencia, que sin saberlo, la iba guiando. Galerna y Sally utilizaban metodologías diferentes para ayudar a la preadolescente, mientras la primera utilizaba la lógica y las matemáticas, la otra se guiaba más por los astros y las estrellas, utilizando más lo místico.
Pronto llegó la etapa más temida de todo padre, la adolescencia, en esta, comenzó a sufrir la presión social, el rechazo de sus compañeros al darse cuenta de que era diferente al resto, algo que no parecía gustar a los demás, pues terminó apartada de todos por ello. Según el tiempo pasaba, Artemisia era víctima de diversos maltratos, cada cual más cruel que el anterior. Fue debido a estos que nacieron sus dos siguientes personalidades, Olivia, la cual sería la protectora de toda la infancia normal que jamás pudo llegar a lograr, y Michelle, o como se hacía llamar, Mike, una personalidad adolescente, la cual tenía un carácter conflictivo, y se presentaba para proteger a la chica de todos los maltratos que sufría por parte de sus compañeros. En esta etapa, sus visitas al psicólogo se hacían más seguidas, y daba voz a sus personalidades, las cuales ya no eran el tema central de conversación, no eran lo más importante para la psicóloga, si no el comprender y ayudar a la mujer con los problemas que tenía con respecto a sus compañeros de clase. Poco a poco, la terapeuta fue descubriendo que todos los que se aislaban en el cuerpo de la joven Artemisia hacían que todo fuera más fácil de sobrellevar. A pesar de esto, continuó con la medicación, pues estas debían ser suprimidas.
Todo continuaba patas arriba, nada parecía mejorar en la vida de Artemisia, aunque, aquel año, el último año de instituto, parecía que sería diferente al resto. Era la más lista de su clase, la que mejor notas tenía, y aún así, la más humillada y maltratada por sus compañeros, que, con los años, aprendieron crueldades cada vez mayores. En ese año, un chico nuevo llegó a la instituto, parecía ser el hombre perfecto, a ojos de ella lo era, y poco a poco se fue enamorando de él. Para sorpresa suya, el chico comenzó a acercarse a ella, hasta el punto de hacerse amigos, pero todo no era tan perfecto como parecía, pues un día, se enteró que aquel chico perfecto se había acercado a ella para contarle a los demás todos lo malo que ella tenía, encontrando nuevas formas de humillarla. Ahí llegaron Tamsin y Leah, la primera como un apoyo, la que sacaba todo aquello que Artemisia no era capaz de sacar, todos los sentimientos malos, toda la tristeza, mientras que Leah llegó como su protectora amorosa, aquella que estaría ahí para cuando la joven comenzara a tener sentimientos mayores hacia alguien. El último año de instituto se pudo resumir en el infierno en la tierra, para la rubia, la cual sufrió más que nunca debido a lo que le hicieron. Pese a esto, salió adelante, graduándose y consiguiendo una vacante en una de las mejores universidades.
Fue así como se trasladó a Estados Unidos, para estudiar, temerosa de que nuevamente ocurriese lo sucedido en el instituto, de esos sentimientos, nació Amery, la única personalidad hombre y el protector de Artemisia frente al miedo y el bloqueo a no encajar en un entorno nuevo y desconocido para ella. Al igual que en el instituto, comenzó a sobresalir, parecía ser conocedora de diversos temas, aunque la realidad era que todo era gracias a sus personalidades, las cuales ayudaban con sus diferentes conocimientos. Con el paso del tiempo, y debido a su reconocimiento, nació Vesper, una personalidad cuya característica principal es su egocentrismo, debido al éxito cosechado por parte de la joven Artemisia, la cual parecía que había encontrado su lugar en el mundo. Fue en estos momentos en que su segundo trastorno comenzó a hacerse presente, cuando decidió, o más bien Angelique, apuntarse a una clase acerca de historia, fue cuando conoció a una mujer, una profesora la cuál haría que todos los esquemas de la joven se descolocaran. Era como si algo le dijera que aquella mujer estaba enamorada de ella, poco a poco, comenzó a inventar una gran historia, en la que trataba de explicar la razón por la que recibía un trato especial de aquella mujer que para ella siempre parecía tan perfecta y recatada. Día tras día, aquellos pensamientos se arraigaban más en la mente de la rubia, que comenzaba a pensar que aquella mujer le mandaba cartas de amor, con mensajes secretos. Estaba segura que llegaría el día en que se declararía, pero parecía que jamás llegaba dicho día.
Una tarde de invierno, tras terminar la clase con ella, esperó sentada a que todos se marchasen, quedando sola con la mujer. Por aquel entonces tenía tan solo 21 años, y un el delirio hacía que su juicio quedase nublado cuando se encontraba cerca de ella. Jamás sabría reconocer bien cómo llegó a aquello, pues no había una explicación clara de todo aquello, tan solo un vago recuerdo de sus cuerpos desnudos, uno junto al otro, fundiéndose en aquella aula en la que posteriormente harían como que no existían la una para la otra. Fue la primera experiencia que Artemisia tenía en el sexo, explorando su orientación más allá del delirio, que tras el episodio, haría que su delirio aumentara, cada vez más, hasta el punto de comenzar a acosarla, aquel delirio comenzaba a ser una obsesión para ella, uno que podría cobrarse todo por lo que estaba trabajando. Pensaba que eso era lo peor que podría pasarle, hasta que un día, descubrió algo mucho peor. Existía un vídeo, de ella y su profesora, aquella tarde, en el aula, y había sido difundido por toda la universidad. Todos ahí conocían el cómo se había lanzado hacia una mujer casada, la cual podía perderlo todo de que saliera a la luz algo como aquello. Su rabia creció, y de aquella rabia nació su 11º personalidad, Eva… Era pura venganza, ella no se encargaría de proteger, como Amery o Leah, ni tampoco de asustar, como lo haría Mike, ella se encargaba de atacar, a aquellos que se metieron con ella. Y todos aquellos, tuvieron su merecido, quedando ella limpia, pues jamás se descubrió lo sucedido.
Los años continuaban pasando, y al fin había conseguido el trabajo de sus sueños, todo parecía ir perfectamente, la calma tras toda la tormenta que había resultado su vida, al fin algo bueno de aquello. Lorraine disfrutaba de la paz que se respiraba. Tenía estabilidad en su vida pese a sus enfermedades, su delirio había seguido presente, y aún a día de hoy, continuaba con aquella idea de que su profesora estaba enamorada de ella, sin saber que ella se volvería a cruzar en su camino, rompiéndole todos sus esquemas nuevamente. Tenía una casa, una pareja que la quería y un perro, todo era ideal si se combinaba con una situación económica estable. Era como si viviese en un cuento de hadas, como si fuera la princesa que siempre quiso ser, pero no estaba plenamente satisfecha. Llevaba dos años tratando de quedarse embarazada, habían sido dos años duros, pese a todo, pues no conseguía lo que deseaba, era como si el mundo se encontrase en su contra para evitar que consiguiese lo que más anhelaba en el mundo, un hijo… Aquel que parecía que jamás llegaría, hasta ese año. Finalmente, tras una larga lucha le comunicaron que estaba embarazada, y aquello era como el mayor de los sueños hecho realidad, pero aún tenía miedo de que todo se fuese al garete, por su culpa. Y algo así pasó… Nueve meses después de la noticia, y tras un duro parto, Artemisia dio a luz a su hija, Heather, pero algo parecía no estar bien en ella, no conseguía aceptar a aquella hija como suya, cayendo en una profunda depresión. En aquellos momentos, nació Charlotte, Charlie, quien fue la madre que la bebé necesitaba, mientras que Artemisia quedó relevada a un segundo puesto, como si ya nada importase, y con el tiempo, así fue…
La niña era cada vez más consciente de cómo su madre cambiaba con ella, según el alter, y podía distinguir quien era su verdadera madre, pero no era Artemisia, y aquello hacía que su corazón se rompiese en mil pedazos, su hija no la quería…
Era una tarde nublada, y Artemisia paseaba con el paragüas en la mano, todo Nueva York parecía prepararse para la inminente tormenta, mientras ella iba en camino a recoger a Heather del colegio. La pequeña apenas tenía 7 años, y era la primera vez que Artemisia hacía algo como aquello, siempre siendo Charlie quien se encargaba de ese tipo de cosas. Cuando llegó a la puerta del colegio, algo más tarde de lo debido pues se había retrasado, la pequeña se encontraba hablando con una mujer, parecía ser su profesora. Se acercó, sin miedo, hasta que pudo el rostro de aquella mujer. En esos momentos, se quedó completamente helada, en su lugar, sin poderse creer lo que sus ojos estaban viendo, la misma mujer con la que años atrás casi se destrozan las vidas, estaba frente a ella, y parecía que el tiempo jamás había pasado sobre ella. El corazón de la rubia comenzó a latir a gran velocidad, sin poder creerse lo que veía, le parecía prácticamente imposible que algo así estuviese ocurriendo, no a ella… La mente de Artemisia se quebró en ese mismo momento, ya no importaban sus sueños, ya no importaba nada de lo que había vivido, siquiera importaba todo lo que había conseguido… Su mente quebró, llevándola a Wishville, lejos de aquel mundo que tanto le había hecho daño.
xPersonalidades:
Jean: Personalidad principal, ama el arte y es algo tímida, siempre trata de hacer que todos a su alrededor se sientan conformes y evita tener problemas
Angelique: Es dos años mayor que Artemisia, le encanta la historia y seria, recatada y fina. Típica inglesa que toma el té de las cinco y compra en las tiendas más caras. No soporta que le lleven la contraria y siempre debe tener la última palabra.
Sally: Tercera personalidad en presentarse, es la más mística y ama la astrología y el esoterismo. Es la única capaz de comunicarse con las otras y siempre se presenta como una conciencia que les dice aquello que está bien o está mal, aunque no siempre le hagan caso. Rara vez toma posesión del cuerpo, por lo que la conoce poca gente
Galerna: Cuarta personalidad en presentarse, al igual que Sally, rara vez toma posesión del cuerpo y mientras Sally tiene la cabeza “en la luna”, Galerna es una persona más metódica, adora la lógica y todo aquello que tenga que ver con esto, son como el ángel y el demonio en el hombro de Artemisia, que siempre la ayudan cuando tiene un problema.
Olivia: Aparece al mismo tiempo que Mike, pero esta, como una protectora de la infancia, de una infancia normal que jamás logró tener debido a las exigencias de sus progenitores. Se la muestra como una niña de unos ocho años de edad, juguetona, divertida
Mike(Michelle): Adolescente, se presentó en la adolescencia de Artemisia, para lidiar con los problemas que había en esta. Tiene un fuerte temperamento y estará dispuesta a pelearse contigo si quieres tocar aquello que le importe. Es la más problemática.
Leah: Nace del primer desamor de Artemisia, siendo su más fiel protectora contra aquellos que quieran jugar con su corazón. Tiene un carácter vengativo, aunque solo cuando hieren de alguna forma a Artemisia, además se presenta en sus momentos de incomodidad, creando una barrera contra estos. Se la presenta como una chica de la misma edad que Artemisia.
Tamsin: Aflora de los sentimientos más tristes de Artemisia, ante la desolación que ella siente.
Amery: La única personalidad hombre que posee, es su protector, además de Leah, pero su nacimiento no se basa en el desamor, si no en la necesidad de crear una coraza cuando se encuentra en la universidad, debido al miedo que siente por ser rechaza por los demás ante su enfermedad.
Vesper: Egocentrismo, se presenta en la universidad, como causa del reconocimiento obtenido en esta.
Eva: Se presenta en los momentos de "venganza" cuando alguien debe pagar por lo que le ha hecho a Artemisia. Suele ser, junto con Mike, quién más se mete en problemas.
Lorraine: Bibliófila, tranquila, adora pasar el tiempo delante de la chimenea, ya sea escuchando música o leyendo un buen libro. Representa la parte más tranquila de Artemisia.
Charlie(Charlotte): la última personalidad, se presenta como una mujer maternal, que ama los niños, apareció en el momento en que artemisia fue madre, tras la depresión post-parto de esta para ser la cuidadora del bebé, ya que la misma Artemisia no se veía capaz de ello.
Especie: Hada
Dominio: Hielo
Edad: 32 años
Bando: Dylan (Rey)
Fecha de entrada a Wishville: 29/11/2019

Nombre: Auri (OCUPADA)
@CrystalSforzaWV
Avatar: Lucy Boynton
Enfermedad Psicológica: Hebefrenia
Historia: En Ferrara la vida era tranquila, dedicada principalmente a las artes y al cultivo de la mente. Todo aquello le fue inculcado a la joven de rubios cabellos, Beatrice, que aun siendo mujer, se formó en pintura, escultura, arquitectura, ingeniería e incluso política. Se decía, aun siendo ella muy joven todavía, que era una de las más hermosas y cultivadas princesas del Renacimiento italiano. Fue así criada bajo un manto de exquisitos modales y comportamientos que la hicieron destacar allí por donde pasaba.
A los dieciséis años, contrajo nupcias con el duque de Bari, Ludovico Sforza, que más tarde fue también quien lideró el ducado de Milán. Fue allí, en la corte milanesa, donde la muchacha pudo rodearse de miembros notorios como Bramante y Leonardo DaVinci. De ellos aprendió gran cantidad de enseñanzas, sobre todo de este último, por quien sintió verdadera fascinación. Tan asombrada quedó que comenzó a diseñar sus propios artilugios de ingeniería mientras viajaba por Italia en sus cometidos diplomáticos para con la casa Sforza. Inventó lámparas que, para ella, funcionaban con simpatía y no con mecha, algo que nadie logró comprender cuando Beatrice trató de explicarlo. Eso comenzó a crear en ella cierta frustración, pues con toda la sociedad opresiva en la que le tocó vivir, la joven pensó que fue por su condición de mujer por lo que no querían entenderla y no porque algo en su cabeza no marchaba bien.
En 1493, Beatrice quedó embarazada dando a luz a un hijo que fue la luz de sus ojos, su principito, y dos años más tarde, a su otro niño.
Aun con todas las responsabilidades que cargó sobre sí misma (tanto las responsabilidades como duquesa, como madre y como embajadora), Beatrice continuó creando sus diseños en secreto. Fue alimentando así esa explosiva imaginación con la que contaba y que poco a poco, iba arrastrándola hacia un mundo en el que nadie podría alcanzarla jamás.
Fue a finales de 1498 cuando quedó embarazada nuevamente y cuando comenzó su salud a empeorar. Se encontraba débil y enfermiza por no querer comer lo suficiente. Para Beatrice, nada que no quisiera ser él mismo, aun siendo un objeto aparentemente inanimado, sería merecedor de ser consumido por ella. Y en enero del año venidero, durante una fiesta de ballet organizada por su marido, la rubia comenzó a sentir dolores en el vientre. Alertando a todo el mundo, se la llevaron a sus habitaciones y allí, entre sudores y calambres, dio a luz a un niño muerto que hubo nacido antes de tiempo.
Beatrice, desconsolada y entre llantos desgarradores que callaron hasta a los músicos invitados, abrazó a su pequeño mientras su mente terminaba de esconderse en el dolor y la irrealidad que ya hubo comenzado a crear …
Y fue así como llegó a Wishville.
Especie: Hada
Dominio:Hielo
Edad: 22 años
Bando: Dylan (Rey)
Fecha de entrada a Wishville: 03/01/1497
~Elfos~

Nombre: Zack
Avatar: Aidan Gallaghar
Enfermedad Psicológica: Trastorno obsesivo compulsivo (TOC)
Historia: Todo comenzó una noche lluviosa, un matrimonio estaba a la espera de sus dos hermosos hijos, la sala de partos estaba bastante ajetreada, mientras los médicos se encargaban de asegurarse que el nacimiento de los mellizos fuese un éxito y efectivamente lo fue, ambas criaturas nacieron, llenando de orgullo a sus padres, aunque lastimosamente las cosas no serían como cualquiera esperaría, la crisis económica por la que progenitores estaban pasando, les impedía encargarse de alimentar a dos bocas y darles la vida que se merecían, fue por esto que tuvieron que tomar la difícil decisión de poner en adopción a uno de los dos recién nacidos, para de esta forma poder encargarse del otro, brindándole los cuidados necesarios para su crecimiento.
Lastimosamente quien tuvo que alejarse de su familia biológica, fue el pequeño Zack, aunque no pasó mucho tiempo para que esté fuese adoptado por una familia capitoliana y llevado hasta aquella ciudad donde pasaría los próximos años de su vida.
El joven creció en una familia bastante adinerada y culta, criando al niño desde temprana edad en las artes de la música, especialmente la clásica proveniente de autores como Mozart, Beethoven y demás propulsores de este género, creando una gran fascinación en Zack por estos mismos, aprendiendo así a interpretar diferentes instrumentos propios de dicha música, pero inclinándose mayormente por el violín.
A medida que fue creciendo, aquel gusto también, y junto a este, un amor por la lectura, aprovechando su tiempo libre para disfrutar de cada libro que poseía su familia en su biblioteca personal, convirtiéndose en un chico bastante intelectual y lleno de conocimientos variados, desde geografía, hasta historia y llegando incluso a la matemáticas y biología, aunque lo que más llegó a llamar su atención y siento el principal punto de su enfoque, fue esta última área mencionada, especialmente en lo que a la medicina se refiere.
Su familia se sentía orgullosa del gran avance que tenía, se destacaba en cada curso que pasaba, siendo uno de los mejores de su clase, aunque aquella felicidad se vio interrumpida aquel día en que descubrió la verdad y se dio cuenta que toda su vida había estado encerrada en un gran engaño. Mirando entre los libros y demás archivos de la biblioteca, terminó dando con el acta de nacimiento y los papeles de adopción ¿Por qué nunca le habían comentado al respecto? Tal vez así enterarse de la noticia hubiese sido menos duro y las dudas sobre el paradero de su verdadera familia no hubiesen crecido de la misma forma en que lo hicieron cuando se enteró por su propia cuenta de la verdad ¿donde se encontraban y por qué lo habían puesto en adopción? Deseaba encontrar respuesta a aquello y haría lo que fuese por ello. De esta forma fue como tomó sus maletas y una noche cuando todos se encontraban durmiendo, escapó de su casa, podía estar lleno de lujos y sin pasar necesidad alguna, pero aquello no suplantaba la mentira en que había pasado toda su vida, ni mucho menos lograba responder todas sus dudas.
Con ayuda del dinero tomado, logró llegar a su ciudad natal, guiándose por los papeles de nacimiento que había encontrado y rogando porque su familia siguiese viviendo en aquel lugar, agradecía bastante haber estudiado tanto, que le fue sencillo poder falsificar unas cuantas firmas para que la edad no fuese impedimento en todo el viaje.
Terrible descripción terminó llevándose cuando encontró la noticia de la muerte de su familia biológica en los periódicos locales ¿Que haría ahora? Toda su vida perfecta se había ido a la basura a su corta edad de 15 años y las pocas esperanzas que tenía de encontrarla, se hundieron con ello.
Lo que él no se dio cuenta es que aquella situación generaría un estado de ansiedad bastante fuerte en el y con ello una gran obsesión por tratar de mantener todo en orden, molestándote cualquier irregularidad que llegase a presentarse, tal vez el llevar una vida tan recta y disciplinada, e estaba pidiendo cuentas en aquel momento en que sus planes se habían dañado y todo esto era una simple respuesta para intentar aceptar la triste realidad de que se encontraba solo en aquel mundo.
Terminó por aislarse en una pequeña cabaña abandonada que encontró a mitad del bosque, sobreviviendo con los conocimientos de herbología que había adquirido con el pasar de los años en los miles de libros que leía habitualmente, asegurándose allí que todo estuviese en total orden y armonía, usando esto para crear cierta barrera en su mente, de tal forma que no terminase volviendo al hogar donde tanto le habían mentido.
Tal vez para cualquiera se tratase de una simple mentira, algo de lo cual no debía de preocuparse, pero eso solo fue en comienzo de su TOC, aquella necesidad por mantener su vida en perfección, arruinada por dicha mentira y que terminaría por llegar a su clímax, aquel día en que un terrible incendio forestal, azotaría el bosque en que su último año había vivido, lo que cualquier persona normal pensaría seria en huir de la cabaña, pero Zack no era así, sabía que el irse, significaba dejar allí sus pertenencias, los datos de su familia biológica y la información que había logrado reunir de ellos, además de las pistas que tenía sobre el paradero de su hermano mellizo, Alec (Leer historia en el apartado de Voodoos) por ello fue que en lugar de correr, el chico comenzó a reunir cada una de las cosas, con la esperanza de que aquel incendio no llegase antes a su morada y tratando de asegurarse de tomar cada una de estas sin dejar nada atrás, pero siendo ésta su última y fatal mala decisión, la que acabaría con su vida siendo abrazado por las llamas que consumieron su cabaña con rapidez, pobre chico iluso ¿Quién diría que la necesidad de mantener su vida en completo orden fuese la causante de su muerte? Aunque, la historia no acabaría allí, no solo causó su muerte, también fue parte importante para esta nueva etapa de su vida, en que minutos entes de que su cuerpo sucumbiera dando el último respiro de vida, su mente abriría el portal que lo llevaría a Wishville, dándole una última oportunidad de vivir, y ¿Quién sabe? Tal vez poder encontrarse con su hermano biológico.
Especie: Elfo
Dominio: Plantas
Edad: 17 años
Bando: Eli (Reina)
Fecha de entrada a Wishville: 16/10/2017

Nombre: Aren Zimmermann
Avatar: Nils Kuiper
Enfermedad Psicológica: Esquizofrenia
Historia: Aren estuvo introducido desde pequeño en el ámbito de lo paranormal, con leyendas, historias, cuentos que siempre lo mantuvieron interesado, su familia era pobre que ganaba dinero estafando gente con menjunjes y pócimas prometedoras, andaban en lugares de pueblos bajos, eran más rurales, incluso ellos estaban acostumbrados a vivir al aire libre, tenían una carroza donde se quedaban a pasar la noche solo eran ellos cuatro, contando a su hermano y por su forma de vivir eran más conocido por parecer "Hippies" o "Gitanos" y es que sus vestimentas cambiaban a veces eran muy humildes y otras brillaban de extravagancia.
Aren era el menor en todo el grupo familiar, era a él a quien usaban para atraer gente hasta su local y es que era un niño tan carismático que pronto ganaba la confianza de los mayores, pero esa vida no dejaba cosas buenas, era obvio que los hijos aprenderían de los padres y puede que la cadena continuase así, los niños llegaron a sus catorce años, sus padres ya eran más viejos, y cada uno de los hermanos tomó un rol distinto, el mayor estaba más cómodo con harapos viejos y el cabello mal lavado, mientras que Aren gustaba de vestir las prendas más llamativas, incluso pintaba su rostro para llamar más la atención de la gente, sus padres comenzaron a dedicarse únicamente a la preparación de las "Pócimas".
Ya con quince años el joven quiso extender rumbos, dejó de asistir a pueblos abandonados y comenzó a ir a la ciudad donde ganó la mirada de muchos por su modo de vestir, tanto en mujeres como en hombres, algo bueno en Aren es que la maldad no lo había corrompido del todo, pero de eso ya se encargaría la ciudad.
La gente y menos los adolescentes son buenos, Aren se alejó de sus padres y con ello del negocio familiar, creía que sería fácil el vivir bien ahí, pero no, apenas pasaron días y el muchacho ya moría de hambre.
Incluso pidió empleos serios pero la gente no contrata a personas tan jóvenes y menos sin antes haber hecho la escuela.
Meses, el joven estaba dejando de ser él físicamente, había noches en las que estaba seguro de escuchar voces en su cabeza que no paraban de echarle en cara lo mal hijo que había sido y como si algo realmente estuviese de su lado encontró un trabajo, limpiando un estudio de Ballet, era guapo, por ello no encontraba problema la profesora en tenerlo también durante el día, incluso lo dejaba quedarse en un cuarto dentro de su edificio.
Comenzó a comer de nuevo de a poco claro; le encantaba ver aquel baile, incluso cuando las clases acababan y él aún recordaba las practicas comenzaba a ejercerlas, continuó así por semanas hasta que la dueña le descubrió, no fue como si fuese algo malo, todo lo contrario a ella le encantó, comenzaron con las clases, estaba todo yendo tan bien que no se lo creería hace unos días, comenzó con los ensayos, presentaciones en teatro pequeños estaba gustoso era feliz, y solo contaba con 16 años.
En la última presentación había dejado de dormir y comer, pero era por los nervios, las voces volvieron a su cabeza como hace un año, cuando estaba en la miseria, pero no les tomó importancia, hubo mucha gente, la presentación comenzó y todo se dio como esperaban, él dio todo de si, sin embargo era tarde, la gente se retiró rápido y el quiso disfrutar de su éxito un poco más se quedó en su camerino, no se aseguró de que estuviera solo, un grupo de hombres alcoholizados se quedó igual, solo que ellos estaban escondidos, al salir Aren se topó con estos, era ágil eso sí pero ya estaba encerrado, apenas pudo gritar una vez y todos estos estaban ahí sobre él golpeándolo, sin compasión alguna, no supo que tiempo pasó de ello pero apenas sus ojos se abrieron y las voces se hicieron presentes, culpándolo a él por su incidente, se alejó del baile mientras se recuperaba y al regresar había nuevos, no había estado perdido mucho tiempo pero así era esto, desapareció el tiempo suficiente para que lo reemplazaran, lo que le llevó a aislarse de los demás y a las voces hacerse presente aun más seguidamente
Dejó la ciudad, tal vez el ruido era el causante, regresó a vivir a uno de los pueblos más tranquilos que su familia ocupaba, encontrando aquella ropa que tanto le gusta, aunque las voces seguían presentes, no había más que hacer para él, luego de eso comenzaron los delirios, veía cosas en la choza o escuchaba aquellos hombres que lo golpearon querer entrar por la fuerza se negó a salir por las noches y aprovechaba los días para recolectar plantas y otras cosas por el bosque, la vida no era difícil sólo le recordaba a sus viejos tiempos con nuevas cosas que veía, pocas veces llegó a bailar por miedo a que alguien más llegase a golpearlo.
Un par de años, eso bastó para que su mente acabara con él, primero las alucinaciones y al último... Las voces fueron contra él le causaron inseguridad, dejó de bailar y de ser tan abierto con la gente no hizo más que dejar que aquello terminase con él y una noche en la choza como si se tratara de una posesión Aren buscó la forma de acabar consigo mismo, fue a un lago, tomó su daga y entró a este cortando a lo largo de sus brazos, primero fue un ardor terrible, pero conforme se iba desangrando la calidez llegó a su rostro, extraño que solo fuese en esa zona; abrió los ojos de golpe y se dio cuenta que ya no estaba más en aquel lugar, este era nuevo, más bonito.
Especie: Elfo
Edad: 18 años
Bando: (Definido por user)
Fecha de entrada a Wishville: 19/06/2010

Nombre: Verlaine Wesker
Avatar: Erika Linder
Enfermedad Psicológica: Síndrome de Estocolmo y Depresión
Historia: ¿Era normal que una niña de cinco años estuviese de madrugada en la calle? Seguramente la respuesta seria no, pero en aquel momento, en aquella oscuridad del callejón y dentro del coche donde se encontraba la pequeña, solo dormía, esperando a sus padres.
Se despertó un poco al escuchar los gritos de un tendero gritando “al ladrón, al ladrón” y el siguiente sonido fue el portazo de sus padres entrando al coche para segundos después salir quemando rueda de allí.
Se restregó los ojos con los puños y se incorporó para ver que habían robado esta vez, unos cientos de dólares de la tienda por lo que podía escuchar. Y esa era su vida, nunca parar, lo poco que sabía se lo habían enseñado sus padres pues no tenía ni el recuerdo de haber pisado una escuela, o de incluso tener amigos. Solo la carretera, miró por la ventana y hacia el cielo ¿Qué ciudad tocaba ahora?
[…]
La ciudad de Las Vegas era digna de admirar, su familia se había asentado en la ciudad que nunca duerme, con pequeños robos que les servían para sus vicios y para criar a su hija. Valeria ya a sus ocho sabía que sus padres no la querían, no al menos como se querían las familias normales, estaba segura de que no la habían abandonado en una cuneta porque les servía para sus pillerías. El truco de la niña perdida para llamar la atención de algún buen samaritano y después robarles y salir corriendo ¿le gustaba hacer aquello? No, pero al menos así conseguía algo de dinero que le ocultaba a sus padres.
La niña estaba en casa haciendo de comer a sus padres, su padre veía la televisión mientras bebía y su madre seguramente estaba drogándose en su cuarto, eso no le gustaba verlo. Asi que la comida de su madre la dejó a un lado y se sirvió a ella y a su padre, sentándose junto a él.
-Que buena es mi niña. –su padre le acarició el pelo rubio con delicadeza. Eso la ponía nerviosa, no se sentía segura, su padre nunca le había pegado ni hecho nada, pero sabía que con el alcohol se ponía violento.- ¿Vas a estar siempre con papá, a que sí?
-Sí, papi. –mintió.-
La niña bajó la mirada a su comida y se centró en esta hasta que su padre también comenzó a comer, segundos después su madre apareció por la puerta de la salita, lanzando gritos al aire que su padre contestó con más, Valeria se encogió y empezó a alejarse más su madre fue más rápida y la cogió del pelo, comenzando a reprocharle que ya no conseguía el mismo dinero que antes, que en cuanto creciese se libraría de ella. Escuchó la bofetada que su padre propinó a su madre, eso hizo que la mujer la soltase y sin dudarlo la pequeña salió corriendo hasta su habitación para esconderse. Los gritos se oyeron solo un par de minutos más, después el sonido de la televisión y los cubiertos…
[…]
Cuatro años después la familia se había mudado de casa en cuando la policía fue una primera vez ante un altercado doméstico, ahora vivían en un piso en la linde de la ciudad.
Su padre había encontrado trabajo en un bar de alterne como portero, y su madre pasaba más horas en los casinos que en casa.
Valeria se encontraba sola en su cuarto, leyendo, o intentándolo, una vecina le había enseñado a leer y escribir y aunque se trababa había mejorado mucho. Pasadas las horas y tras terminar el libro infantil que leía se dio cuenta que era el momento, eran poco más de las once de la noche, en menos de una hora tendría trece años, y se hizo una promesa así misma, por eso fue al cuarto de baño y tijeras en mano cortó aquella cabellera rubia tan característica en ella para después echar un tinte rápido de color negro.
Al mirarse ni ella misma se reconoció, pero le encantaba, llevaba ya un par de años incómoda con el hecho de parecer una niña, no era lo que le gustaba, el reflejo del espejo sí; “Hola, Verlaine.” Les gustase a sus padres o no, en aquel momento había dejado atrás a Valeria.
[…]
Eran las tres de la mañana cuando el teléfono de la casa comenzó a sonar, al contestar, un hombre se presentó como un policía local de Las Vegas y le informaba que su madre había sido detenida por escándalo público, que debía ir a recogerla. Lanzando un suspiro de frustración le contestó al policía de manera afirmativa. Él iría a por su madre.
Más de una hora tardó en llegar hasta el centro de la ciudad, también él mismo quería hacer tiempo, su madre se enfadaría mucho al verle así ¿le golpearía? Seguramente. Entró en la comisaria y enseñando su documentación aceptaron que se llevase a la mujer que estaba un tanto más calmada hasta que le vio. Notó como su madre se ponía roja de rabia pero no dijo nada, ni siquiera un insulto, eso a Verlaine le resultó sospechoso.
Al salir y alejarse unas calles su madre le cogió del brazo y lo adentró en un callejón.
-Espero que sirvas, has tenido que elegir justo hoy para hacer tus gilipolleces de mañaca insufrible, al menos estate contenta, has servido para algo al final.
Verlaine no entendía nada, pero su madre siguió soltando veneno sobre él un par de minutos más hasta que un par de hombres se asomaron al callejón. Su madre le dio un empujón hacia ellos y ambos hombres le agarraron. Al verle discutieron con su madre sobre que les había prometido a su hija para pagar la deuda, no un niño. Ella insistió en que era una mujer y entonces Verlaine entró en pánico y comenzó a revolverse e intentar gritar al darse cuenta de lo que pasaba, su madre le había vendido. Más segundos después recibió un golpe en su nuca, llevándole a la inconsciencia.
[…]
-Agh. –Verlaine siseó ante el dolor de su nuca, ¿cuántas horas habían pasado? Miró a su alrededor, notando que no estaba solo, había más chicas allí, incluso niñas, estaban en un cuarto con colchones en el suelo, y mesas y sillas desperdigadas, suponía que para comer allí ¿Dónde había acabado?
Sus respuestas llegaron pasadas las horas, muchas de las muchachas que había allí eran extranjeras, otras eran niñas que habían sido compradas a orfanatos o incluso como él, a sus propios padres, incluso algunas habían sido raptadas de las calles. Ninguna sería echada de menos en la ciudad, eso seguro. Eran unas veinte, que en las siguientes 48 horas aumentaron a treinta. Parecía que el final de su estadía allí se acercaba, les ordenaron asearse y les entregaron ropa, todo vestidos, Verlaine ni siquiera se negó, había visto las armas de todos los ¿secuestradores? Sí, se podían llamar así.
Las metieron en furgones separados por lo que pudo ver según la edad, en su grupo eran unas cinco chicas más él. Todas entre los doce y los dieciséis, las más pequeñas acabaron en otro furgón y las adultas en otro. Las iban a vender, lo sabía, que el furgón se estrellase y morir sería un bonito final en aquel momento, pero no tuvo esa suerte.
Era entrada la madrugada cuando llegaron a un puticlub al que accedieron por la puerta trasera, ni siquiera se cruzaron con nadie del lugar, fueron directos a una habitación aislada donde pudo contar las sombras de unas cuarenta personas. A las seis las dejaron contra una pared, alejadas de los invitados de aquel clandestino tugurio, más la gente se acercaba a verlas, eran la mercancía, tenían que ver si por lo que iban a pujar valía la pena.
El tiempo se les hizo eterno, y una a una, sus compañeras fueron compradas, intentaba no escuchar lo ridículo que era ponerle precio a una vida humana, ¿su madre habría conseguido ese dinero por darla? Seguro que no, le habrían dado un poco de droga y ya, y sería feliz. Escuchó decir en voz alta el número que se le había asignado, y por momentos los precios subían más que con sus compañeras, seguramente por su cuerpo andrógino, pues oía a mujeres pujar también, Verlaine, con su pelo oscuro y corto y sin casi pecho era como ver a un niño, más si estaba allí era porque sabían lo que se escondía bajo el vestido. Y por fin escuchó el temido “Vendido”.
[…]
Su comprador ni siquiera estaba en la sala, había sido su guardaespaldas quien se había encargado de los tramites y tras aquello salieron del lugar, Verlaine pudo ver todas las limusinas que allí se encontraban ¿en serio nadie sospechaba de aquello?
Pasó horas en el vehículo todoterreno que conducía el hombre, incluso la luz del sol se alzaba sobre ellos. Hicieron un par de paradas para desayunar y para comprarle ropa, le dejó escoger a él y sin duda no cogió ninguna ropa de la sección de niñas, mucho menos vestidos, de nuevo estaba cómodo con lo que vestía más seguía alerta. ¿Para qué lo habían comprado? ¿La policía lo estaría buscando? Las preguntas se agolpaban sin ninguna respuesta.
[…]
Al final acabaron por llegar a una mansión que parecía estar en ninguna parte, Verlaine no vio ninguna casa ni edificio en las cercanías del lugar, nada que le indicase donde se encontraba. Entraron en la casa y el muchacho vio a otro niño allí, también con un hombre que suponía era otro guardaespaldas. Ambos niños fueron dirigidos a un despacho donde un tercero ya se encontraba a la espera, todo era muy extraño. Un hombre anciano se puso en pie y comenzó a hablar.
-Bueno, niños, estáis aquí porque nadie más ha decidido hacerse cargo de vosotros, uno lleva tantos años en un orfanato que no sabe que hay mundo más allá de eso, el otro no ha estado bajo un techo en su vida, y el otro aun con padres no sabe tampoco lo que es una infancia normal -miró a cada niño conformé hablaba del mismo-. Yo, me haré cargo de vosotros, no os faltará de nada, esos señores que os han acompañado en vuestro viaje son mis mejores hombres, si os han elegido a vosotros por algo ha de ser. Me informarán de todo lo que hagáis en los próximos ocho años, hasta que cumpláis la mayoría de edad, y entonces, el que este más capacitado obtendrá todo lo que tengo. –Alargó los brazos como si señalase toda aquella habitación, ¿en serio? Había comprado niños para su beneficio, seguramente después incluso mataría a los otros dos que sabían de más.- Nos vemos en ocho años, niños. –dibujó una sonrisa torcida en su rostro y volvió a su asiento inicial, dejándolos a todos con dudas de si aquello era real o no-
[…]
-¡Verlaine, vas a llegar tarde, mueve el culo! –escuchó gritar a Richard desde la planta baja, también el despertador sonaba sin cesar-
-¡Dios, callaos los dos! –a regañadientes se levantó de la cama, solo vestía unas braguitas y se quedó mirando en el espejo al pasar por delante, las cicatrices bajo su pecho ya casi ni se notaban. De repente su puerta se abrió de par en par.- ¡Que ya voy, viejo!
Richard, su actual tutor y mano derecha del conocido millonario Michael Wesker le miraba mal, tan puntual como era aquel hombre el pasarse un minuto de su horario ya le crispaba.
-Vamos, principito, es para hoy. –le decía así para picarle, a lo que Verlaine le lanzó un cenicero cercano para después tan tranquilamente ponerse un traje-.
Estaba ya en sus dieciocho años y él, junto con su tutor ya se encargaba de parte de los negocios del Sr. Wesker, era una de las pruebas que les pusieron a él y a los otros candidatos, era como estar en prácticas en una empresa, solo que la empresa es tuya y eres el jefe.
-¿Ahora quien tarda? –replicó con sorna al ver a Richard recoger la ceniza y el cristal del destrozo que él había hecho-
-Después te vas a enterar, ahora venga, que tienes una reunión en diez minutos.
Y esa había sido su rutina diaria, ambos se mudaron juntos a la semana siguiente a su compra y Richard tardó poco en contratar profesores particulares para enseñarle de todo, Verlaine absorbía toda la información como una esponja y aprendía con rapidez. No echaba de menos a sus padres, ni aquella vida, ahora tenía cuanto quisiese al menos hasta los veintiuno, con suerte sería el mejor de los tres candidatos, aunque no las tenía todas consigo.
El Sr. Wesker no sabía que él había nacido con genitales femeninos, Richard nunca se lo contó e incluso lo ayudó para el cambio de nombre y la operación de pecho. Verlaine siempre le preguntaba el porqué, a lo que su tutor siempre le respondía que vio algo en él aquella noche, no tenía intención ninguna de comprar a nadie, no estaba allí por eso. Sus ojos, su expresión, el candor infantil, siempre decía que todo aquello fue lo que le hizo salvarle de cualquier sabandija que quisiese comprarle, y además era un 2x1, pues su misión era encontrar un candidato y lo encontró. Siempre bromeaba con aquello, también con que las braguitas le quedaban muy bien.
[…]
Si alguien le hubiese dicho algún día que estaría en una limusina, con un traje que valía más que todo lo que habían robado sus padres a lo largo de su vida no se lo habría creído. Miró a Richard desde su posición en el asiento trasero, cruzando su mirada por el espejo retrovisor. Él siempre le decía que le había visto convertirse en un hombre, pero Verlaine también lo vio madurar, lo conoció con treinta y cuatro años y ahora su tutor contaba ya con cuarenta y dos a sus espaldas. Era el padre que nunca tuvo, y esperaba que estuviese a su lado muchos años más.
Intentó mantener la calma cuando contempló aquella mansión que vio por última vez ocho años atrás, esta vez llegaron los primeros, seguidos a los pocos minutos por los otros dos. Se presentaron ante el Sr. Wesker que estaba acompañado por sus abogados, los tres antiguos guardaespaldas y actuales tutores entregaron el que sería el último informe de todos aquellos años. Verlaine y los otros dos chicos estaban sentados en butacas individuales, observando como los más adultos hablaban de los incrementos en las empresas, de las decisiones de cada uno de los candidatos, fueron tres largos cuartos de hora en los que hablaron de cada candidato y de su productividad y liderazgo, después; el silencio.
El Sr. Wesker se alzó y nombró a Verlaine como su sucesor ante sus grandes hazañas de los últimos años. Incredulidad, el chico miró a Richard esperando que fuese una broma, más no, así que se levantó de su asiento, les dio la mano a los otros dos y se acercó a su benefactor. –Felicidades, muchacho, espero que a mi lado sigamos alzando este imperio.
Los otros dos tutores sacaron de allí a sus pupilos, no sabía muy bien que ocurriría con ellos pero ahora mismo aquello no le preocupaba.
[...]
A sus veintitrés años, Verlaine Wesker ya era conocido como el empresario más prometedor de su generación, habían vendido su historia como la de un pobre huérfano del que un millonario se hizo cargo de su educación, y más o menos eso colaba entre el público, puesto que su partida de nacimiento y todo sus datos fueron modificados para su conveniencia.
Fue la noche de Nochevieja cuando todo se torció, estaban en una fiesta en un hotel de Nueva York, no es que a Verlaine le gustasen ese tipo de eventos pero la opinión pública y las amistades que se hacían en aquellos lugares eran importantes. El joven se disculpó con la dama con la que hablaba para dirigirse al baño, todo en aquel lugar tenía aspecto caro y lujoso. Se adentró en un cubículo y encendió un cigarrillo solo para un par de caladas que le relajasen de aquel ambiente pues más le valía que su tutor no le pillase u oliese el tabaco en él, prefería ahorrarse una bronca aquella noche. Salió del cubículo y vio a un hombre parado frente a él, le rodeó y se dispuso a lavarse las manos más el hombre le agarró del brazo y le empujó contra la pared, esta vez vio con definición las facciones de su atacante.
-¿Papá? –el hombre puso las manos en los hombros de Verlaine y se le quedó mirando de una manera espeluznante, iba vestido con un uniforme de camarero y sin duda los años con el alcohol no pasaban en balde-
-Cuando tu madre me dijo que te habías escapado no la creí, mi niña no podría haberme dejado, pero mírate, solo te pude reconocer en televisión porque tus ojos siguen como hace diez años, los ojos de mi niña en el cuerpo de un hombre. ¡Tú no eres esto! –antes incluso de que el joven fuese a responderle una gran mano hizo girar a su padre, Richard estaba frente a él, separando al hombre de Verlaine pero ante la resistencia de su padre ambos acabaron enzarzados en una corta pelea que acabó con su padre en el suelo-. Siempre vas con mi niña, ¡tú te la llevaste ¿verdad?! ¡Me la quitaste!
Los gritos comenzaron a atraer a invitados hacia los baños más la seguridad de hotel y la suya propia no dejaba pasar a nade.
-¿Yo te lo quité? Su madre lo regaló a los primeros traficantes que encontró y YO le rescaté, lo cuidé, le di una educación y lo trate con cariño, que ya es más de lo que tu y la zorra de su madre habéis hecho en sus primeros años de vida. Lárgate, y no le busques, ya no es tu hijo, es el mío.-todo aquello lo dijo agachado, con una rodilla en el pecho del padre de Verlaine y sin dejar de mirarle a los ojos, había una clara amenaza en aquella frase. Richard solo se alzó cuando vio a dos miembros de la seguridad entrar y coger al hombre, tras aquello se dirigió hacia Verlaine y este le abrazó, hundiéndose entre los brazos del mayor, tras aquello …disparos, dos, ni más ni menos, dos disparos que retumbaban en sus oídos. Escuchó también gritos de los invitados que se dispersaban, de los guardias reteniendo a su padre que había sacado el arma y a Richard aun abrazándolo, que sangraba y manchaba su propia ropa.
-No...¡un médico, por favor traigan un médico! –conforme terminaba su frase las palabras morían en su garganta, Richard no tenía fuerzas y se dejaba caer sobre el más joven hasta que ambos estaban en el suelo.- No me hagas esto, te juro que como te mueras te reviviré y te mataré yo mismo.-Verlaine le miraba con dificultad, pues las lágrimas ya habían empezado a caer.- Por favor, no.
Los médicos aparecieron pasados los minutos, llegaron e hicieron cuanto pudieron más Richard no llegó vivo hasta el hospital, sumiendo a Verlaine en la desesperación durante días, el Sr. Wesker intentó mandar a otro tutor más se negó en redondo, nadie podía reemplazarlo, se necesitaban mutuamente, Verlaine se sentía como un títere sin titiritero, no sabía vivir sin Richard, tal fue su depresión que una noche decidió quitarse la vida, no podría estar más tiempo en aquella oscuridad en la que se había convertido su vida. Nada era igual ni lo sería nunca. Y sí, aquella noche las puertas de Wishville le fueron abiertas, recibiéndole como un elfo.
Especie: Elfo
Edad: 23 años
Bando: (Definido por user)
Fecha de entrada a Wishville: 25/01/2018

Nombre: Denahi Denbrough
Avatar: Ezra Miller
Enfermedad Psicológica: Trastorno de estrés postraumático
Historia: Denahi Denbrough se crió en California, Estados Unidos, siendo el hijo único de un matrimonio bien acomodado. Los Denbrough estaban al frente de una prestigiosa firma de abogados, con lo cual gozaban de buena fama por sus impecables servicios y de una creciente fortuna familiar.
Para Denahi la vida fue simple y armoniosa desde su infancia, sus padres eran tan devotos a su trabajo como lo eran con su hijo, sin dramas familiares o personales rondando el hogar, y pese a su posición económica nunca alardeaban de ello y solían ser altruistas.
El joven siempre mostró un carácter alegre, bromista, despreocupado e inquieto, era el típico chico que es tan inteligente como despistado, alguien que podrías creer que no te ha prestado atención por como actúa pero que en realidad ha procesado todo adecuadamente. Nada parecía alterar una vida tan amena como la suya, pero el destino a veces te cobra la felicidad con intereses cuando menos lo esperas, y ese fue el caso de Denahi.
Habían pasado pocos meses desde su ingreso a la universidad, sería abogado tal como sus padres y todo indicaba que tenía madera para ello, fue durante las vacaciones de invierno que el joven regresó a casa con sus padres cuando su vida comenzó a cambiar para mal. Y es que al llegar a su hogar lo encontró vacío y recibió una llamada donde le revelan tener secuestrados a sus padres, Denahi fue acorralado por los secuestradores en ese momento y le obligan a realizar una serie de indicaciones bajo amenaza, sin embargo al final del día las cosas terminaron mal y pese a haber cumplido con todo lo pedido, los secuestradores deciden no entregar a los padres y en cambio los ejecutan delante del joven, también intentan asesinarlo a él más logra escapar con vida.
Pero ese fue el primer punto de caída del joven, pues pese a que sobrevivió su mente quedó dañada. Consiguió levantar una denuncia más no hubo avance alguno en la investigación, mientras que el chico fue desarrollando un trastorno debido a su mala experiencia, este problema le llevó a dejar sus estudios y a recluirse en su casa sumido en una fuerte depresión.
Los meses pasaron y por fin decidió moverse, usando su herencia para comprar una pequeña casa en otra ciudad, internado en el bosque donde buscaba paz mental y recuperar su vida tranquila y feliz. Ciertamente hubo un cambio positivo, la naturaleza le hacía sentirse seguro y sus ataques por el trastorno eran menos frecuentes, aunque Denahi mantenía el temor a que pudieran hacerle daño otra vez, y por ello adoptó la costumbre de cargar consigo una pequeña daga que nunca soltaba. La vida natural y esa afilada hoja metálica eran sus únicos aliados.
Los meses siguieron su curso, el otoño llegó y con ello la ansiedad de tener tan cerca el invierno; el aniversario del secuestro y el asesinato de sus padres estaba a la vuelta de la esquina. Las semanas pasaron muy rápido y noviembre trajo el frío al bosque y los recuerdos del chico continuaron rondando su cabeza, había días buenos y días malos, hasta que los malos crecieron y Denahi entró en crisis.
Su ansiedad fue tan abrumadora que comenzó a tener brotes psicóticos esporádicos, con duraciones muy cortas en los que creía que los secuestradores le estaban pisando los talones, hasta que una noche despertó en medio de un ataque, y las alucinaciones le hicieron creer que alguien había entrado a su hogar. Denahi huyó por una ventana y corrió hasta un lago donde pensaba esconderse de su "agresor", pero su episodio de psicosis le llevó al límite de la locura y al creerse en peligro mortal decidió sumergirse en el lago mientras empuñaba su pequeña daga afilada. Sostuvo la respiración por mucho tiempo, con su mente completamente absorbida por las alucinaciones y delirios que le consumían la razón, negado a salir, sus pulmones no resistieron más y el lago se convirtió en su cobijo eterno.
Especie: Elfo
Edad: 20 años
Bando: (Definido por user)
Fecha de entrada a Wishville: (Definida por user)

Nombre: Silas (OCUPADO)
@Silas_wv
Avatar: Robert Sheehan
Enfermedad Psicológica: Trastorno esquizoide de la personalidad
Historia: Innovación, progreso, descubrimiento, estas son algunas de las palabras con las que fácilmente se podía describir la revolución industrial, una época rica en desarrollo tecnológico y social, y fue aquí, en donde Silas nació...
Silas vio la luz por primera vez poco después del nacimiento de su hermana, bajo el seno de una familia burgués en medio de Inglaterra. Pese a que sus padres comenzaron a instruirlo desde pequeño, con el fin de mantener el legado mercantil de la familia, aquello fue un objetivo imposible, Silas tenía poco interés en la política o el comercio, sin mencionar que sus habilidades sociales eran escasas, bastante tímido y llorón, fueron estas las características que le valieron para ser opacado por su hermana. pese a que las mujeres de la alta clase usualmente se mantenían en su “jaula de oro”, en donde ejercían labores domésticas, ella era todo lo contrario a Silas, esto logro que el mayor peso de la familia recayera sobre sus hombros, dejando a su hermano en el último escalón de familia, y así mismo, siendo considerado una decepción para sus padres.
Su hermana, en un principio se sentía orgullosa y poderosa, mas que nada cuando veía a su hermano ser tratado como inferior, pese a esto, nunca mostró ni sintió desprecio alguno contra él, simplemente lo veía como su “hermano el inservible”, una idea inculcada por sus progenitores, quienes cada vez se esforzaban mas y mas para despreciar a su hijo.
Cuando Silas tenía aproximadamente 12 años, su vida no había cambiado demasiado, seguía siendo tímido, asocial y bastante llorón, también era costumbre verlo encerrado en su habitación durante largas horas, su hermana, por otro lado, se iba convirtiendo cada vez mas en una refinada dama.
por azares del destino, la chica decidió entrar en el cuarto de su hermano, fue allí donde tropezó con varias hojas esparcidas por el suelo, papeles que luego tomo y reviso por curiosidad. A la mañana siguiente, lo primero que reconocieron los ojos de Silas, fue la silueta de su hermana, quien estaba ahí, de pie, como si estuviese esperando a que despertase…
- “¿por qué no le has dicho a nadie?”, pregunto la chica mientras señalaba las hojas que traía entre sus manos. Silas observo aquellos planos y cálculos en los que estaba trabajando la noche anterior, sin saber muy bien que decir al respecto. fue aquel, el día en el que la muchacha descubriría que su hermano era un genio incomprendido, y la razón de sus encerramientos, se justificaban para trabajar en sus invenciones e ideas en soledad, una tarea que llevaba realizando desde ya hacía mucho tiempo.
Pese al gran descubrimiento, la hermana de Silas prefirió mantenerlo en secreto, era algo que sus padres no comprenderían ni valorarían, lo único importante en sus vidas era aquello que involucrara el comercio o la política, aun así, aquello fue el detonante para que ella lo viese con otros ojos, y fue aquí donde comenzó a respetarlo y defenderlo, el comienzo de una muy profunda relación.
A los años siguientes, el trastorno de Silas apareció, comenzó a cargar con una mirada vacía e inexpresiva, algo que le cobro con mas odio por parte de sus padres y por supuesto de sus allegados, quienes lo veían frio y distante, sin embargo, aquello nunca le importo, más allá de su hermana y de sus tareas mecánicas, lo demás no era importante para Silas.
No paso mucho tiempo como para que sus padres fallecieran ante un trágico accidente, Silas comenzó a trabajar en las fábricas, donde empleo su habilidad para reparar y mejorar los sistemas mecánicos del lugar, una tarea que solía disfrutar en soledad. Por otro lado, su hermana tomo los negocios de sus padres, algo que se le dio bastante bien.
durante uno de sus turnos en la fábrica, Silas conoció a un hombre, que al igual que el, era un genio, el desconocido vio el trabajo de Silas como un desperdicio a sus talentos, y comenzó a convencerlo para que lo dejase, un hecho que logro sin problemas. Después de aquello, Silas y el hombre comenzaron a trabajar medianamente en conjunto en un nuevo invento, uno que Silas esperaba que mejorara la vida de los trabajadores de la fábrica.
Tras varios meses de duro trabajo, finalmente el proyecto termino de ser plasmado en numerosas hojas, algo que celebro junto a su hermana. Aquella chica, no confiaba mucho en aquel compañero de su hermano, algo normal en ella ya que solía ser bastante sobreprotectora. Aun así, Silas no tuvo problema en dejar que su hermana salvaguardara los documentos de su trabajo.
Tras una larga noche helada, fuertes gritos provenientes de la habitación de su hermana comenzaron a resonar por los pasillos de la casa, Silas corrió hacia el aposento lo más rápido que pudo, pero cuando llego, solo pudo ver la peor imagen de su vida, su hermana sobre un gran charco de sangre, y a su lado, aquel hombre que Silas había considerado compañero por mucho tiempo, un título que el hombre no tardo en destruir, desde el primer momento en el que planeo robar las ideas de Silas y deshacerse de los hermanos en el proceso. Silas y el hombre comenzaron a intercambiar golpes, sin darse cuenta de que varias velas de la habitación cayeron al suelo, comenzado así un gran incendio, aquello no les importo, y todo termino cuando el filo de la daga se clavó en el corazón de su ex compañero, tras esto, Silas se aproximo hacia su hermana, quien a duras penas podía respirar, y mientras las llamas envolvían a los dos hermanos, la chica le pidió que se fuera de allí y viviera, justo antes de dar su último aliento. Silas estaba completamente destrozado, se odiaba a si mismo por ser como era, por nunca haber podido demostrar de alguna forma lo importante que ella era para él, y ahora, mientras el humo y las llamas se avivaban aún más a su alrededor, no podría cumplir su último deseo.
Fue aquí, cuando su mente se rompió, y en medio del caos y las llamas, una luz apareció frente a él, se apartó del cadáver de su hermana, y camino hacia aquel desconocido, pero adictivo resplandor.
Especie: Elfo
Dominio: Vapor
Edad: 24 años
Bando: Dylan (Rey)
Fecha de entrada a Wishville: 04/10/1824